Javier y Laura. Con la tecnología de Blogger.
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Capítulo 9 (Nisha)


CAPÍTULO 9
NISHA
"CAMINOS"
[2001]

Lalita y yo abandonamos la habitación de Rani tras concederle unas palabras de ánimo a Bella. Mis sospechas se confirmaron esa misma mañana; Bella no concibía la vida sin su madre.

Al bajar unos cuantos escalones, Lalita señaló con el dedo a la enfermera de la abuela.

—Nisha, agárrate de mi brazo y llévame a hablar con esa joven. Mis huesos están cansados de bajar escaleras.

Una niña pequeña se burló de la forma de hablar de la desdentada tiíta Lalita. Tras mirarla acusadoramente, nos dirigimos hacia la enfermera.

—Rubini, querida... eres tú, las libélulas te han devuelto a casa —dijo Lalita, con un brillo especial en sus ojos.
—¿Qué está diciendo, taimada anciana? ¡No se llevará mis ringgits! ¡Váyase, aléjese de mi vista!

En ese sucio y triste pasillo de hospital, caí en que la tía abuela Lalita conocía a la enfermera. ¡Pero esa insípida mujer acababa de negar a la tiíta! Pude ver sus ojillos llenos de tristeza. Mi primera reacción hubiera sido abofetear a esa enferma, pero me contuve porque sería una falta de respeto hacia la abuela Rani.

—Se ha ganado usted una queja a su nombre en el libro de reclamaciones. No cabe duda de que debe tener grandes conocimientos referentes a su oficio, pero unas clases particulares de educación no le vendrían nada mal.

Rubini se echó hacia atrás ofendida. Conozco a ese tipo de mujeres, están acostumbradas a tenerlo todo en bandeja. Yo tengo estudios para ser secretaria, y me quedó bien claro que el trato con los clientes es fundamental para el éxito de un negocio. No debe haber mucha diferencia entre una secretaria y una enfermera, ¿verdad?

Tras dejarla atrás, llevé a Lalita a su pequeño vecindario. Uno de los hijos de Mui-Tsai se hallaba en el jardín regando unas macetas.

—Nisha, perdona por haberte dejado en evidencia delante de la enfermera. Es normal que no me recuerde, ha pasado tanto tiempo... creí que la mataron.
—No es nada, tiíta. Llegaré al fondo de esa mujer, no me ha gustado nada el trato que te ha dado. Te agradezco el haberme entregado las cintas de Sevenese.

Me despedí de la tiíta y conducí hacia el bloque de apartamentos de Ratha. Esa calle me estremecía de lo vacía y sucia que estaba. Al entrar en los apartamentos, me sorprendió ver que no estaba tan sucio como el día anterior. Un majestuoso gato saltó por la ventana de un apartamento y una mujer lo echó a escobazos. El felino me miraba, intimidante, pero se rindió ante mis ojos de Nefertiti; en realidad, yo formaba parte de su manada. Bella me confesó hace poco que podía ver una pequeña tigresa en mis ojos, pero no la entendí del todo. Simples metáforas. Me acerqué al gatito y jugué un poco con él.

Seguí vagando por mi mente hasta que divisé a Kutub bajando a la planta en la que me encontraba. Dejé al gato y le estreché la mano limpia a la hija de Ratha.

—Buenas tardes, viajera. Por algún motivo, te gustaría tener una conversación conmigo. —dijo la sonriente y educada mujer.
—Hola, ¿qué tal? Soy Nisha, la sobrina nieta política de tu madre. Encantada de conocerla, Kutub.
—Oh, venga, Nish, puedes tutearme, que somos familia. Sígueme, te enseñaré ese cuchitril al que llamo hogar.

¿Nish? Pasó del respeto más absoluto a la despreocupada confianza. Aun así, me sentí cómoda. Dejé de tener esa sensación cuando, al llegar a la planta de Kutub, apareció Rosette. Estaba despampanante, con un sari azul celeste precioso, pero no pude evitar pensar que esa mujer destruyó a mi padre. ¿Qué hacía ahí?

Rosette me saludó, pero la ignoré por completo. Entonces lo comprendí todo; la hija de Ratha intentaba tenderme una emboscada para conseguir mantener una conversación con esa pobre mujer. No pude hacerlo, y no por odio, sino porque cuando miro a sus ojos, no puedo evitar recordar las palabras que están guardadas en la cinta que le grabé. Así que salí corriendo. Corrí lo más rápido que pude; ¡a la porra el camino de los sueños! ¡No iba a ver otra vez a la mujer que hundió a mi padre!

Avancé tanto en mi carrera, que cuando paré a descansar, me enteré yo sola de que mi actitud era inmadura, propia de una colegiala. Ama y apa no están aquí, lo importante es terminar 'el camino de los sueños' y reeditar 'Madre del Arroz'. Eso haría que mi madre estuviera orgullosa, y no el poner más peso sobre la conciencia de Rosette, que era consciente de que hizo mal algunas cosas. ¡Además, había dejado el coche en el bloque de apartamentos! Debía regresar.

Al llegar, Rosette no estaba. Ratha acababa de llegar y me echó la bronca por mi reacción.

—¡Nisha! ¡Cómo se te ocurre dejar tirada a la niña! Con la ilusión que le hacía aparecer en tu libro.
—Perdóname, tiíta Ratha, pero la abuela Rani está grave y me he visto obligada a ir a visitarla.
—¡Dios mío! ¡Se ha atrevido a hacerlo! ¡Qué cabeza hueca! Me marcho a Petali Jaya. No seas dura con mi pequeña. —Ratha hizo una breve pausa, y añadió, con media sonrisa —Ah, mona, tu excusa no cuadra. Busca una mejor. Si me disculpas, tengo que irme.

Anduve a la planta de Kutub y pulsé el timbre. "Din, don", pero nadie me recibe. Abrió la puerta a los tres minutos y me invitó a pasar. No sé como describir su apartamento, porque mezclaba la más exquisita elegancia con los olores del incienso quemado de más. No era muy grande, pero parecía ser que ella se conformaba.

Las paredes del pasillo principal, que conectaba todas las habitaciones de la casa, estaban tapizadas de rosa chicle, y el suelo de un amarillo oscuro con algún motivo floral. Los cuartos se dividían por una lámpara bronce en el techo, que se encontraba en medio de todas e iluminaba a la perfección. En la parte derecha encontrábamos cocina y baño; en el izquierdo, su habitación personal y un pequeño despacho. Justo al final se veía una doble puerta que daba a la sala de estar, grande y espaciosa. Pude ver un equipo de música, una mesita de té y tres sofás negros, con mucho estilo y que conjuntaban entre ellos a la perfección. Más de cinco cuadros famosos decoraban la pared gris. El suelo gris estaba bañado de alfombras persas y, para terminar, una mesa alta con cuatro sillas para las comidas. Las lámparas se mantenían de pie y emitían una luz roja intensa pero agradable.

Nos sentamos las dos en uno de los sofás y encendí la grabadora. Kutub dejó fluir las palabras desde su garganta hacia fuera, con esa voz tan frágil y aguda que la caracterizaba.

—Mi vida es más simple que un grano de arroz. De pequeña, me mantuve a la sombra de mi fantástica hermana, niña de los ojos de ama. Cuando nosotras solo éramos unas tristes inquilinas de este edificio y vivíamos en un patético apartamento maloliente, yo quería mucho a mi padre, tanto, que me dolía el corazón de tanto que lo amaba. Jeyan me comprendía, entendía la tristeza que se siente al no ser amado por la persona a la que amas. Porque, verás, mi madre me maltrataba.

»Por el engaño que sufrió, se convirtió en una depredadora sedienta de sangre, y la fealdad que residía en mi interior y el amor que sentía por apa me convirtieron en un caramelo blando para sus fauces.

»Me fue negado el derecho a visitar a la abuela Lakshmi u otros familiares, y mucho menos podía acercarme al hombre que me dio la vida, o de lo contrario, recibiría una paliza. Minah acabó envenenada contra nuestra familia paterna, pero yo no. Siempre me escapaba para estar con mi padre, hasta que cumplí diez años, y poco a poco dejé atrás la mediocridad para convertirme en un bello cisne. Le negué la palabra a mi padre, incluso me burlaba de él. Hice trizas su ya de por sí dañado corazón, pero más le dolió verme crecer. Coqueteé con la espiral oscura que esconde la vida y, a los 16 años, acabé siendo tragada. Jugué con las drogas, el alcóhol e incluso el sexo, algo que no estaba bien visto en esos tiempos y menos en una menor.

»Mi madre ya no era tan cruel, así que hizo lo posible para evitar mi auto-destrucción. Si ella cambió su forma de ser, fue por ese ángel al que llamabais Hoyuelo.

»Ignoré a todos, familia incluida, y seguí el camino de la infelicidad. A los veintipocos conocí a Rosette y me convertí en una "chica dorada", o, si no lo ves claro, en prostituta. Mis curvas esbeltas y mi inagotable belleza me abrieron paso a la riqueza. A los treinta y pocos, conseguí una cantidad de ringgits considerable, así que le cedí a mi madre un buen pedazo de mis ganancias. Compró este bloque y lo reformó. Mis clientes amueblaron este apartamento con obras robadas, y cuando me retiré del negocio hace tres años, sufrieron mucho. Y todo porque mi madre no me dejó ejercer como enfermera, ya que en el pasado se veía como algo impuro e incluso se consideraba pecado lavar las partes íntimas de otros hombres. A más de una mujer en su juventud le pasó eso, yo ahora, con más de cuarenta años, veo ese pasado muy lejano.

»Sé que te interesará, así que lo comento; ni mi madre ni yo queríamos que Rosette hiciera daño a tu familia, pero no pudimos controlarla. Estaremos eternamentes agradecidas con Hoyuelo, por mucho que te estemos devolviendo el favor con estos testimonios que te ofrecemos, pues ella salvó nuestras almas y encaminó nuestras vidas hacia la felicidad. No nos sirve de nada hacer más daño a Rosette, pues ella es consciente de que hundió a la mujer más delicada y buena del planeta, y se arrepiente por ello. Perdónala, Nisha, ella nunca ha escuchado el bambú de su corazón. Creyó escucharla cuando tomaste su versión de la historia, pero, al haberle huido, se dio cuenta de que fueron imaginaciones. Ella eligió un camino incorrecto; yo tuve la suerte de tener a mi familia, que me apoyó para salir de ese mundo, pero Rosette no tiene a nadie. No cojas el camino equivocado, Nisha, el camino del rencor no lleva a ningún lado.

»Mi padre es un espectro que aparece en mis sueños. Sus patéticos ojillos me piden perdón por haber muerto, dejándome sola. Yo le contesto: 'Apa, no fue tuyo el error, sino mío, por no haber visto la belleza que guardaba tu corazón'.

Apagué la grabadora y me marché a casa. Ese día fue muy largo y aun era temprano; no eran más de las 7 y ya necesitaba dormir. La almohada me ayudaría a resolver mis dudas.

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Capítulo 8.2 (Bella)



CAPÍTULO 8 [Segunda parte]
BELLA
"Foto de familia"
[2001]

Nisha me dijo que llegaría poco después de las diez, por lo que partí yo sola. Mi viaje hacia Petali Jaya no pudo ser peor; veía a la muerte en cada curva por la que pasaba con el coche. Por suerte, la abuela Lakshmi sonreía en mi mente y conseguía ahuyentar esas extrañas visiones.

Llegué a Petali Jaya a las siete de la mañana. Lo primero que hice fue ir a mi casa. Me reconfortó ver todo tal y como lo había dejado; hacía días que no pasaba tanto tiempo en casa, y sentí una paz interior inmensa al sentirme en mi hogar. Llamé a Lalita y le pedí las cintas de Sevenese, ya que quería saber lo que mi tío pensaba sobre nosotros y qué decían las cartas astrales de nuestra familia. La tiíta me informó de que Nisha pasaría por allí en breves para recogerlas por sí misma, así que no insistí más. Lo siguiente que hice consistió en coger la grabadora de mi mesita de noche y el ejemplar del libro que Nisha había escrito sobre la familia, 'Madre del Arroz', aun por reeditar para incluir la nueva información que íbamos obteniendo. Amu me llamó y me aconsejó poner tres dientes de ajo y una foto de Ganesha para protegerme de los malos espíritus en la sala de hospital de mi madre. Hice caso a su petición; desde que adquirí este don, siempre pude ver en sus ojos una crisálida; inofensiva, pacífica y maltratada. Mientras iba a por los dientes de ajo, recordé que también tenía la obligación de ir a hablar con Mui-Tsai, así que, entre tanto estrés, no cumplí con mi palabra.

Volví al coche y me dirigí al hospital central de la ciudad. Yo sabía que mi madre no era el ser más bondadoso del mundo, pero, a pesar de sentirla como un regalo envenenado del destino, la respetaba profundamente, e incluso la admiraba por haberme dado la vida.

No está de más comentar que el hospital de Petali Jaya es enorme. Tuve que subir diez plantas para encontrar a las cuidadoras de mamá. La cuidadora que me atendió era una mujer rubia de preciosos ojos azules, pómulos marcados, rostro simétrico, cuerpo esbelto y melena rubia, que le llegaba hasta la cintura. Además, era blanca, de un color pálido. No debía tener muchos más años que yo, pero la vi más joven y, además, con un tremendo parecido a alguien de la familia. Vestía ropas atrevidamente caras, por lo que me intimidó un poco. Seguramente estaba en el descanso, pues las enfermeras tienen una vestimenta indicada, o eso me pareció ver en el resto de plantas. Se acercó a mí, que esperaba en el banco que había al lado de la habitación de mi madre.

—¿Es usted familia de Rani Lakshmnam? —tras eso, me analizó de arriba a abajo. Una mueca desaprobadora se dibujó en su casa.
—Soy su hija. —tras un breve pero incómodo silencio, añadí: —¿Puedo verla?
—Como quiera. Luego la informaré sobre el estado de su madre, pero le advierto de que deberían ir preparándose para lo peor.

En su plaquita de enfermera se podía leer 'Srta. Rubini Minesotte'. Yo había escuchado ese nombre hace poco, pero estaba ocupada pensando en el estado de mi madre y no le dí muchas vueltas.

Entrar en la habitación me impactó: mi madre, de 69 años, fuerte como una roca, se encontraba en la cama cual vegetal. La habitación era bastante grande: la pared estaba recubierta de verde pistacho mientras que el suelo, de baldosas naranjas y blancas, conjuntaban perfectamente con ella. Dos preciosos sofás color crema se encontraban a la derecha de mi dolorida madre. En el lado izquierdo, un sillón y una mesita de noche con un mantel de la luna. Había varios cajones en la mesita, pero no me aventuré a abrirlos. Había un cuarto de baño cerca de la puerta principal, y una tele de cuarenta pulgadas colgaba de la pared frontal a la cama. Una terraza enorme con asombrosas vistas daba el broche de oro a esa habitación. En ese momento, me convencí de que mis ahorros no fueron malgastados para nada.

Embobada por la belleza del lugar olvidé que mi madre se encontraba en estado grave. Inicié una carrera hacia la cama y lloré. Oí al demonio en mi cerebro: «Bella, ¿qué haces llorando por la mujer que maltrató a tu hermana y te deseó la peor de las infelicidades?»

Hice caso omiso y pude ver que mi madre tenía brazos y piernas escayolados. Una máquina le suministraba el oxígeno y la sangre que necesitaba. La mujer que antaño lucía descomunales vestidos rojos que deslumbraban y dejaba volar en el aire sus negros cabellos se encontraba medio lisiada en una cama. ¡Pobre madre! ¿Qué demonios le había ocurrido? Comencé a gritar; perdí el control, tal y como pasó cuando vi a mi padre morir.

—¡QUE ALGUIEN ME DIGA QUÉ HA OCURRIDO! —le grité a nadie en específico.

La enfermera Rubini entró en la habitación al escuchar los chillidos, con expresión de horror. Le acompañaban Lalita y Nisha. La segunda llevaba un saco con cintas en su interior. Lalita depositó rosas y una pequeña figurita de la diosa Lakshmi a los pies de mi madre. Rezó unas cuantas veces por su alma, como si hubiera muerto. Abracé a ambas en un extraño impluso; mi madre afectaba a mi humor de una forma que no llegué a pensar nunca. No imaginaba la vida sin ella. La enfermera abrió una libretita y comenzó a hablar:

—Coma profundo. La encontró esta madrugada un becario de doctor en los exteriores del centro, tendida en el suelo, inconsciente y desangrándose. Por suerte, actuó rápido, justo en el momento en que escuchó un ruido. Sabiendo que se encontraba en una tercera planta y que nuestros jardines son abundantes en vegetación no debería suponer un problema grave, pero a su edad, sus huesos tardarán en recuperarse o no lo harán jamás. Se trata, sin duda, de un intento de suicidio.

No acabé de asimilarlo; mi madre había intentado suicidarse por mi culpa, porque fui una hija horrible que falló a la tradición. La hija soltera debe cuidar a la viuda hasta el resto de sus días. La tiíta Lalita cuidó de la abuela hasta que murió. Pero algo no cuadraba en la historia...

—¿Qué servicio se le ha ofrecido a mi madre?
—El mejor posible— contestó la taimada enfermera en cuestión de segundos.
—¡Pero cómo se atreve! ¡¿Y por qué iba ella a cometer ese pecado si tan bien cuidada está?! ¿Y las cámaras de seguridad? ¿Dónde demonios están? ¡Exijo evidencias de lo que ha dicho!
—Tranquilícese. No tengo acceso a ellas, pero haré lo que esté en mi mano por ayudar a su madre. Esta mujer intentó inyectarse una jeringuilla en una ocasión. Siempre gritaba: «¡Qué desgracia ha caído sobre mí ¡La mariposa de la pena ha destrozado mi vida! ¿¡Ofrezco toda la bondad posible a mi familia, y qué recibo a cambio!? ¡Una hija infiel a los dioses, otra que se atreve a internarme en un manicomio para seniles, un criminal disfrazado de hijo, un inútil de marido muerto adicto al mah-jong, una nieta que exige que me den comida precocinada y una cuñada que no me dirige la palabra! ¡Por no hablar de esa zorra de Ratha, que me llamó ayer para reírse de mi desgracia! ¡Matadme, no quiero vivir así!»

Le di las gracias a la enfermera y se fue. Veía un águila en su ojo, así que me hice la promesa de conocerla para saber el motivo de esa representación animal. Nisha se acercó a mi madre y dijo:

—Abuela Rani, sé que has sido cruel con estas dos mujeres, y también lo fuiste con mi madre, con la bisabuela, con el abuelo Lakshmnam y con toda la familia, pero prometo que, si sales de esta, os acogeré a Bella y a ti en mi casa, la tiíta Lalita perdonará todo el mal que has causado a esta familia, y así podrás dejar nacer a esa buena persona que, seguro, guardas en tu interior.

Por primera vez en toda la mañana, Lalita habló.

—¿Qué ha dicho de Ratha? ¿Ratha llamó a Rani? Por cierto, esa enfermera se parece a alguien que no veo desde hace muchísimos años...

¡No había caído en ese dato! Y ya éramos dos personas que conocían de algo a Rubini.

—Tendré unas palabras con Ratha  —añadió Nisha.

Tras un rato en el que conversamos sobre política, televisión, cine, música, anécdotas familiares y otros temas aleatorios, llegó la hora de la despedida.

—Bella, debemos irnos. Tengo una cita con Kutub, la hija menor de Ratha, y no puedo fallarle; conoce información sobre Nash y su familia. Además, Lalita está cansada y quiere que la lleve a su vecindario. ¿Qué te parece si nos vemos mañana?
—Le haré compañía a mi madre. Id en paz.

Por fin me quedé sola y pude dar comienzo a mi investigación. Estaba segura de que mi madre no había intentado suicidarse. Empecé revisando los cajones de la habitación, y luego, más tarde, bajaría a su cuarto en la tercera planta, la que sería la escena del crimen. Tenía toda mi investigación bajo control.

Al abrir el cajón encontré algo interesante; una foto familiar. Recordé esa foto; fue uno de los pocos momentos en los que fuimos felices. Papá recibió un gran aporte económico por sus negocios y mamá no se lo gastó en caprichos. Mis padres, Hoyuelo y Nash están sentados. Rani estaba guapísima, con un peinado digno de una estrella y un vestido de reina. Lakshmnam lucía tan apuesto como siempre, con su encantadora sonrisa. Recordé cuanto le echaba de menos. Un pequeño Nash de 8 años sonreía pícaramente mientras sacaba los cuernos por encima de la cabeza de Hoyuelo. Hoyuelo iba vestida con su vestido verde, el mismo que el abuelo Ayah guardó para una posible hija de Mohini y decidió entregarle a su nieta favorito. También echo de menos a Hoyuelo y ese resplandor que emitía con su presencia. Entonces Hoyuelo debía tener 7 años y ya era toda una belleza hindú. Para terminar, una pequeña yo, de 5 años, se sentaba en las rodillas de Hoyuelo. Yo no fui ninguna belleza en mi infancia. Mis grasientos rizos y mi regordete cuerpo me acomplejaban, pero Hoyuelo siempre estaba dispuesta a animarme con sus buenas palabras. Parecía ser que, después de todo, mamá nos quiso mucho a todos.

Mientra yo recordaba viejos tiempos, la puerta se abrió lentamente, y alguien entró a través de ella.

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Extra II (Sevenese) + Cap 8.1 (Bella)

¡Hola! Soy Laura, la co-escritora del blog. Hasta este momento, el blog ha sido dirigido por Javi, pero como está algo liado, me ha pedido que suba yo los siguientes capítulos. Antes la que estaba liada era yo, pero ahora tengo más tiempo libre y puedo dedicarme al blog. Puede parecer que no, pero la historia la escribimos entre los dos, aunque sea Javi el que se encarga de la promoción. Como son ambos muy cortos, los subimos a la vez. La segunda parte del capítulo 8 será más larga. ¡Espero que los disfrutéis!

Extra II
SEVENESE
"Cartas astrales"
[1983]

Hoyuelo, tengo el deber ahora que llega el fin de mis días de hacerte la única dueña y poseedora de las cartas astrales de nuestra familia. Ahora, sus deseos e ilusiones están en tus manos, y me gustaría que fueras testigo de ver como se hacen realidad. Son las siguientes:

Anna: Serpiente en el nido maternal. Descendencia robada. Felicidad en la casa de la adversidad. Ángel en el lecho matrimonial.

Jeyan: Diosa maliciosa tira abajo la casa del matrimonio. Desgracias en el nido paternal. Divorcio. Tristeza.

Lakshmnam: Infelicidad. Desgracia. Pérdidas. Vacío en la habitación de la amistad. Tristeza. Dolor.

Lalita: Bondad en el círculo del fracaso. Compromiso destruido. Pérdidas continuas. Incendio en la habitación familiar. Supervivencia.

Nisha: Mirada de la egipcia Nefertiti. Llave del éxito. Candado. Adoración familiar. Continuidad del legado. ¿_?

Hay cierto borrón en los datos astrales de Nisha; eso quiere decir que depende de ella conseguir esa parte o no. También me gustaría que pusieras de tu lado para poder guiarla en su camino. Aun es pequeña, y la vida será dura con ella.

Luke: Serpiente disfrazada en humano. Arrepentimiento en las cenizas de la maldad. Violación. Divorcio. Lavado de la esperanza familiar. Miel en la boca del oso. Oso muerto.

También te adjudico la carta astral más impactante. El resto de cartas astrales pídeselas a Lalita, ella tiene mucha más información al respecto.

Bella: Indiferencia en la habitación familiar. Cigüeña acechando el alimento. Don de los dioses. Sensibilidad extrasensorial. Ida y vuelta del Más Allá.

Ya conoces tu carta astral, Hoyuelo, pero debes ahuyentar a la serpiente de tu corazón. Sé feliz, Hoyuelo, quiero echar la vista abajo desde el reino de los cielos, verte sonreír y que puedas vivir.

Hasta siempre, querida. Eres una pequeña pantera; sé dura con la serpiente.

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CAPÍTULO 8 [Primera parte]
BELLA
"La muerte"
[2001]


A las cinco de la madrugada me vestí con prisas para salir cuanto antes hacia el hospital de Petali Jaya. Fueron las voces de los dioses, entre susurros, las que me obligaron a acudir a ver a mamá para que no ocurriera nada peor. Pero, antes de contaros lo que pasó en el hosital, os comentaré lo que vi antes de que la llamada me despidiera de mi sueño. Esa noche soñé con la Muerte; era un hombre realmente atractivo, de cabellos negros, facciones marcadas, atuendo de luto, músculos definidos, y labios tentadores. De repente, cobré lucidez en mi sueño y pude controlarlo a mi parecer. Me acerqué a la muerte y vi como era realmente: un ser horrible, el mismo que intentó engañar a Hoyuelo con el opio. La Muerte puso su dedo en mi labio inferior, y un acto reflejo me hizo abofetearle. No temo a la Parca, pues las personas a las que se lleva siempre acuden a mí. Ese monstruo abrió la boca, mostrando su dentadura perfecta. Detrás de él apareció una niñita de cabellos rubios y rizados, con un vestidito celeste, extremadamente hermosa y con la cabeza del abuelo Ayah colgando en su mano izquierda.

—Bella, querida, tu madre acude a mi llamada. Sabes que tarde o temprano la gente viene hacia mí. No intentes frenar mis deseos, o mis labios rozarán los tuyos, y serás la siguiente. Eres una fuerza superior, ¿por qué no te unes al mal? Serías una gran herramienta a utilizar. Tu apoyo nos sería de gran ayuda.

—¡Gilipollas! ¡No te tengo miedo! ¡Ven a mí si te atreves, pero como poses un solo dedo sobre mi madre, no volverás a ese infierno en el que vives!

La Muerte se acercó a mí. Eché la vista hacia atrás y vi a mi madre en una jaula; se encontraba atrapada. Cuando esa cruel fuerza posó su mano en mis cabellos, apareció la abuela Lakshmi en esa especie de debate entre el bien y el mal sin ninguna ubicación concreta. Lakshmi se levantó de su trono de Madre del Arroz y, sosteniendo los sueños de toda la familia en su mano izquierda, ahuyentó a la Muerte y a su pequeña hija con solo balancearla un poco. La abuela se acercó y me dijo:

—Nieta mía, a pesar de no haber mantenido una estrecha relación contigo, nunca dudes que te quise en vida. Cuido de tus sueños y de los de Nisha; si seguís el camino adecuado, triunfaréis. Recuerda: tu corazón es un bambú. Mímalo y escucharás su canción. Confío en vosotras, sé que lo conseguiréis.

La abuela miró a mi madre, inconsciente en la jaula, y dijo:

—No ha tenido una vida fácil. Fueron las circunstancias las que la condujeron a ser cruel. Estás a tiempo de salvar su vida. Te daré un aviso; no te encadenes a ningún hombre cruel que pueda volver gris a tu corazón, tal y como Luke consiguió hacer con el de la pobre Hoyuelo. Dile a Nisha que estamos orgullosas de ella y la queremos. Si quieres comunicarte conmigo ...solo [...] ... [...]

En ese momento desperté sin haber escuchado lo que intentaba decirme la abuela. Me quedé con ganas de responderle. El sueño no mentía; mamá corría peligro, y así me lo confirmó una enfermera. De alguna manera conseguí los poderes del tío Sevenese, y pienso aprovechar mi don para hacer el bien.

Tras recordar todos los sucesos de esa movida noche, me dirigí a mi destino.

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Capítulo 7 (Ratha)


CAPÍTULO 7
RATHA
"Delirios"
[2001]

Subimos las escaleras hacia casa de Ratha en compañía de esta. Yo estaba acostumbrada al olor de ese lugar y a su ambiente maloliente, pero Bella, habituada a tener su apartamento como los chorros del oro, mostró varias muecas de disgusto. Nos encontrábamos ante un apartamento de 4 plantas, con 4 pisos por nivel. Ratha vivía, por suerte, en la segunda planta. La primera tenía las puertas llenas de polvo, buzones descoloridos y medio colgando y rastros de orina de algún animal salvaje. Una anciana en bata y desaliñada, con manchas en la cara, salió al encuentro de Ratha y le entregó 300 ringgits. Después se inclinó ante ella y le besó la mano. Tras visualizar esa extraña imagen, nos dirigimos a nuestro destino.

No cabía duda de que era el nivel más decente de todos. No puedo decir que deslumbrase hasta el punto de parecer uqe los dioses la habían bañado en oro, pero no estaba nada mal. Solo había tres apartamentos. Exteriormente, el más bonito de todos pertenecía a Ratha; la puerta, hecha de madera natural, no tenía nada que ver con las demás, que debían ser madera prefabricada y medio roída por algún castor de la zona. En el buzón de Ratha pude ver su nombre, y en los otros dos leí "Minah" y "Kutub". Las paredes del pasillo estaban colocadas a modo espejo interior, y el suelo era de mármol. Al entrar en casa de Ratha, la tiíta Bella volvió a sorprenderse; ese apartamento era precioso. Fácilmente distinguías que las paredes del piso estaban recubiertas de tela rosa con motivos frutales y el suelo, de azul marino, conjuntaba perfectamente. En conclusión, todo era agradable a la vista. Ese pasillo unía varias habitaciones. Parecía el piso de una reina. Ratha nos llevó a la pequeña salita donde la vi por primera vez para grabar su testimonio; era un despacho de ejecutiva, con escritorio y sillón negros, decorado con varias estanterías y retratos de paisajes ceilaneses. No nos dejó ver el resto de las habitaciones. Bella se sentó y encendió la grabadora.

—En efecto, yo pinté esos cuadros. Veo un interrogante en vuestras caras y sospecho que es por eso —dijo nuestra inocence tía política.
—Ratha, perdona la intromisión, pero, ¿cómo puedes tener un apartamento lujoso en un sitio tan deprimente?

Ratha sonrió maliciosamente y comenzó a pintarse las uñas. Seguramente intentaba decirnos que tenía todo el tiempo del mundo.

—Pequeñas, no sabéis nada de mí. A día de hoy soy la casera de este bloque de apartamentos. Mi trabajo como cocinera me valió un reconocimiento nacional, gané mucho dinero y conseguí comprar este lugar. No me dio la gana reconstruirlo, preferí acoger a personas sin nada en la vida y cobrarles una miserable suma de 300 ringgits. En la tercera y cuarta planta no hay nada, solo un trastero y la azotea.

Ratha nunca me contó nada de eso, por lo que debía preguntar.

—¿Por qué no me lo dijiste antes, Ratha? Y, por cierto, ¿De quién son los otros dos apartamentos?
—No era el momento- Si te sirve de consuelo, esos apartamentos son de mis fabulosas hijas, Minah y Kutub.

¡Qué casualidad!; la hija de Ratha se llamaba igual que esa gata a la que el tío Sevenese acogió hace más de 50 años. Supuse que Minah debía tener 43 años y Kutub 39. Minah tenía más o menos la edad que debía tener mi madre, Hoyuelo. Creo que les separa solo un año, siendo mayor mi madre.

—Ratha, háblame de tus hijas. ¿A qué se dedican?
—Bueno... Minah es una abogada de renombre; no ha perdido un solo caso en más de 20 años de carrera. Kutub aun no ha logrado hacer nada de sí misma, por lo que me veo obligada a mantenerla. Ella quiso estudiar enfermería, pero le dije que antes la prefería de ramera. Y eso es lo que hizo, dedicarse a la prostitución, como esa tal... ¿Cómo se llamaba, Bella? Seguro que tú conociste a la antigua amante de Luke. —le espetó, de forma provocadora.
—¿Hablas de Rosette, Ratha? —contesté yo, puesto que supe que Bella iba a contestarle de malas maneras.
—Veo que la conoces, Nisha... Has avanzado mucho en tu investigación. Continúo, si no os importa. Kutub dejó el viejo oficio hace poco. Seguramente pensó que su padre no habría estado orgulloso; no lo veía mucho, pero la niñasentía un gran amor por su padre, seguramente porque de pequeña era tan fea como él. Kutub ha pasado por quirófano más veces que Hoyuelo, esa antigua estrella de Hollywood de hace más de 40 años. ¿Sabías que tu abuela Rani llamó Hoyuelo a tu madre solo porque le gustaba esa famosilla? Mis hijas han tenido una vida mucho mejor con una madre que las ha querido. Tu abuela maltrataba a Hoyuelo hasta dejarle moratones. ¿Verdad, Bella? Además, me explotaba y obligaba a hacer sus tareas doméstica.

Ratha empezaba a delirar, así que Bella la cortó rápido.

—Ratha, ¿es posible que Minah conozca a mi hermano Nash? —dijo ella, para mi total sorpresa. ¿Qué tenían que ver?
—Sí, lo conoce. —mi sorpresa fue aun mayor. Mi intriga aumentaba por segundos. —Y también conoce a su mujer, compañera suya en el bufete. Precisamente es su jefa. Oh, su nombre era algo así como... Sakura. Es japonesa. Parece ser que tu hermano maltrata a esa pobre mujer. Tienen dos hijos; desconozco sus nombres, pero esa mujer lo está pasando realmente mal. Hasta donde alcanzo a entender, es una persona de buen corazón. Me recuerda mucho a tu madre, Nisha; no quiere marcharse por sus hijos. Nash no le dará el divorcio, la quiere solo para él.

Y, tras esas palabras, el móvil de Bella empezó a sonar; tenía una llamada.

—Hablando del rey de Roma... enseguida vuelvo, podéis seguid hablando.

Bella salió del apartamento y comenzó una "agradable" conversación con Nash. Le dedicó perlas como: "Que te jodan, maltratador", "Ojalá el dios de la guerra te lance un rayo y mueras", entre otras. Seguí mi conversación con Ratha.

—¿Y por qué Nash pega a su mujer?
—Porque la perra de Rani lo trataba como no trató a Lakshmnam. Oh, Lakshmnam... Yo le amaba. Si no llega a ser por esa bruja, nos hubiéramos fugado. Amaba a tu abuelo con una pasión mortal. Seguro que pensáis que su muerte ha hecho que yo deje de amarle, pero todo lo contrario. Solo ha avivado el fuego del amor. Estoy deseando que la muerte me alcance para volar junto a él.

De nuevo comenzaba a delirar. Cuando yo la visité hace unos pocos meses, no cambiaba de tema tan radicalmente. ¿Quizá no se había tomado la medicación?

—Comprendo; así que Nash fue malcriado por Rani y, además, se llevaba mal con Lakshmnam. Y ya que estamos, ¿qué me puedes contar de Bella?
—Pobre desgraciada. Esa mujer taimada ya mencionada se aprovechó de la bondad de tu tía para que se hiciera cargo de ella. Nunca la quiso, siempre la ignoró, aunque no creo que la odiase como a Hoyuelo. Yo odié con todo mi corazón a Lakshmi cuando estuvo en vida, pero Hoyuelo tenía todo el derecho del mundo a estar con su familia, y ese no era motivo para darla de lado. Empiezo a irme del tema. Lakshmnam adoraba a Bella, pero ni punto de comparación con lo que sentía por Hoyuelo. Hoyuelo se parecía a la niña esa... Mojito... Mohini, como se llamase. Dos gotas de agua.

Y, repasando el testimonio punto por punto, me llamó la atención la relación de las hijas de Ratha con Nash. También se me hizo interesante la mención a Rosette, la mujer que arruinó la vida de mi pobre madre. Me despedí de Ratha estrechándole la mano.

—Gracias, tiíta Ratha, siempre es un honor conversar contigo.
—El placer es mío, queridas. Me siento muy sola en esta casa, no me viene mal algo de compañía.
—¿Sabes cuándo puedo ver a tus hijas?
—A Kutub a cualquier hora. A Minah sobre las 6 de la tarde en fin de semana. Hablaré con ellas y os concertaré una cita.

Bella seguía en la calle cuando salí del apartamento, pero sin hablar por teléfono. La vi muy enfadada y dolorida; su puño sangraba. Seguro que discutió con Nash y se mandaron mandaron a freír espárragos mutuamente. Bella es demasiado sensible. Cuando nos montamos en el coche, recibí una llamada de Lalita. Comentó que había encontrado unas cintas de Sevenese muy importantes sobre el futuro de la familia. Porque, veréis, Sevenese era astrólogo. Él vaticinó algo sobre mi madre que... bueno, digamos que si mi madre hubiera escuchado sus cintas a tiempo... hoy día la tendría a mi lado.

Tras hablar con Lalita unos minutos le colgué y concerté una cita con ella para el día siguiente. Me quedé a dormir en casa de Bella. A las 4 de la madrugada recibió una llamada de una enfermera. Bella cambió a una tonalidad pálida. Al colgar, habló tartamudeando.

—Nisha... algo va muy mal en el hospital. Rani... mi madre... ha pasado algo con ella, algo muy grave... Dicen que es muy posible que... en fin, es posible que pueda morir.

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Capítulo 6 (Nisha)


CAPÍTULO 6
NISHA
"Conmoción"
[2001]

Salimos del antiguo hogar de la bisabuela Lakshmi, la cual ahora hasta el fin de sus días pertenecería a la tiíta Lalita, y nos volvimos a casa. Habíamos vivido suficientes cosas por hoy.

La vuelta en coche fue silenciosa, pero no era un silencio cómodo ni mucho menos cómplice; era un enmudecimiento que guardaba un dolor desgarrador, y debía ser interrumpido cuanto antes. El problema era que ninguna de las dos estábamos dispuesta a hacerlo.

La historia de Lalita nos había afectado, en especial a la tiíta Bella. Por su aspecto exterior da a entender que es una mujer fuerte e independiente de otras personas, pero veía las cuencas de sus ojos, los cuales evitaban llorar para que no me preocupara por ella y no la tachara demujer débil. Me hubiera gustado decirle: “Es normal, no te preocupes”, pero creo que solo habría servido para empeorar la situación.

Definitivamente, ambas necesitábamos un tiempo de silencio para poner en orden nuestros sentimientos. Bajamos del coche y entramos a mi casa. Creo que debería citaros que esta casa, llamada 'Lara', pertenecía a mis padres, Luke y Hoyuelo. Por alguna misteriosa razón, cuando mi madre se fue, quiso dejármela como herencia; una última petición que le hizo a mi padre. La mansión está llena de recuerdos que hace poco volvieron a mi cabeza, algunos dolorosos, pero otros muy bellos. Es enorme y llevaba deshabitada 16 años desde que ocurrió el terrible suceso, pero al morir mi padre y dejarme más deudas que ganancias, me embargaron mi apartamento. Tuve la suerte de que el abogado de mi padre me dio una carta escrita por mi madre antes del hecho que cambió nuestras vidas, en la que me ponía cosas muy bonitas hacia su familia, otras horribles hacia mi padre, y, por último, me legaba esta casa por si algún día me hacía falta. Más adelante os hablaré de ello, pues aun guardo mucho dolor en mi corazón.

Amu debía estar preguntando donde estábamos; el viaje de vuelta había sido largo. Amu era la sirvienta de mis abuelos Rani y Lakshmnam, de la época en la que mi madre, tía Bella y el tío Nash eran pequeños. Cuando mi madre se casó con Luke le pidió que se trasladara con ellos en forma de ama de casa. Tras deshabitar la casa, no supe que fue de Amu, pero hace unos meses, cuando descubrí que esta casa era mi legado, la busqué para compartir la viviend con ella. Conseguí encontrarla en un supermercado pidiendo limosna. No dudé ni un segundo en traerla a vivir conmigo. Al llegar a casa, Bella quiso marcharse.

—Buenas noches, Nisha, mañana te llamo para concretar el siguiente paso de 'El camino de los sueños'.
—¡Espera, tiíta Bella! ¿Quieres quedarte esta noche con nosotras?
—No lo entiendo, Nisha.
—Bueno... es muy tarde, y estás bastante lejos de tu casa. Además, ha sido un día bastante agitado.
—¿Estás segura de que no molestaré?
—¡Tonterías! Estamos Amu y yo solas en casa, tu compañía nos será muy grata.
—Bueno, no veo por qué denegar tu invitación; total, no me espera nadie en casa.

Esta última frase escondía un extraño resentimiento. Lo que intentaba decir era que la abuela Rani ya no estaba en casa. Aunque parecía odiarla, estuve segura de que la echa de menos. Tal vez un día de estos tengamos que ir a visitarla al hospital; no hace mucho que la internó, ni siquiera un mes, pero madre solo hay una, aunque sean del tipo de la abuela Rani.

Amu me estaba esperando en el comedor con la cena hecha. Tanto Bella como Amu se asombraron ante la presencia de la otra. Hacía más de 20 años que no se veían.

La cena fue tranquila; Amu tuvo que poner un plato más para Bella. Lo hizo con prisas y nervios. Se notaba el respeto que seguía manteniendo hacia ella.

No hubo ningún tipo de conversación. Amu intentaba amenizar la cena preguntando sobre nuestro día y el proyecto. Nuestras respuestas eran breves y vagas. Pronto se dio cuenta de que no nos apetecía hablar, así que nada más acabar la cena y recoger los platos se fue a la cama.

Me quedé un rato despierta junto a Bella. Estaban echando en la cadena principal un especial de, según me dijo ella, CSI. Me explicó que era una serie de criminología e investigaciones. Una persona moría, ese equipo de policía investigaba el crimen y al final el culpable era el menos sospechoso de todos.

—¿Sabes una cosa, Nisha? Desde pequeña quise ser detective; investigar casos de asesinatos, resolver crímenes imposibles y sentir el orgullo de encerrar a alguien.
—Vaya, tiíta, no conocía esa faceta tuya.
—Bueno, de eso hace mucho tiempo y ya es demasiado tarde. Ilusiones de la infancia.
—Nunca es tarde para cumplir un sueño.
—No sé, querida. Si algún día ocurre algo parecido en mi vida, te juro que lo investigaré y encerraré al criminal —dijo bromeando. Parecía que su tristeza se había desvanecido.

La serie acabó bastante tarde, sobre las doce, pero antes quería hablar con Bella para concretar el siguiente paso.

—Tiíta Bella, antes de irnos a la cama me gustaría comentarte algo.
—De acuerdo, pero sé breve; estoy muerta de sueño.
—Vale…me gustaría saber cuál será nuestro siguiente paso.
—Bueno, ¿no lo tienes claro? Ratha, obviamente. Lalita nos recomienda visitarla si necesitamos más información.
—Mmm…tiíta Bella, yo investigué a Ratha hace un tiempo, y su testimonio está incluido en 'Madre del Arroz'. Me contó bastantes cosas sobre su existencia, pero... ¿Qué más podría contarnos ella?
—Escuché las cintas el otro día y la verdad es que no se dice gran cosa sobre ella. ¿Tú conoces a Jeyan, Nisha? Deberíamos hacer un repaso por la historia de Ratha, quizá se nos escapa algo.
—¿Jeyan? ¿Creo que es el hermano mayor de Lalita, no? Según las cintas, falleció hace tiempo.
—Si, es verdad. Ratha es la ex-mujer de Jeyan.
—¿Ex-mujer? ¿Qué pasó entre ellos? Creo que Ratha me lo dijo, pero nunca está de más recapitular un poco.
—Fue culpa de mi madre. Ella conocía a una anciana que tenía adoptada a una joven en edad de casamiento, y le ofreció casarse con Jeyan. No hacía falta una gran dote, puesto que Jeyan no era gran cosa y Ratha era digna de una diosa de leyenda.Y en unos meses se casaron.
—Ahora llega la parte que tú no sabes, Bella. Tu madre engañó a Ratha. Le enseñó una foto de tu apuesto padre diciendo que Jeyan y él eran dos gotas de agua. Por eso Ratha lloró durante la ceremonia. Tuvieron dos hijas, y cuando se dio cuenta de que había empezado a odiar a su marido, lo echó de casa, le puso una orden de alejamiento y envenenó a las niñas contra él.
—Por todos los dioses… qué historia más triste. Nunca conocí mucho a mi tío Jeyan, pero no se merecía eso. Mi madre nunca fue buena persona, la odio con todas mis fuerzas.
—Por eso es nuestro deber hablar con Ratha. Si Lalita nos ha dicho que ella sabe más de lo que me contó, debe ser por algo, y yo confío en la palabra de Lalita.
—Mmm…la última vez que supe de ella, vivía con sus hijas en un piso encima de una tintorería, en Kuantan, de donde acabamos de llegar.
—Allí fue donde me recibió. —tras un pequeño silencio, donde ambas repasamos todo lo que habíamos hablado, dije— Buenas noches, Bella

Tras esto, ambas nos acostamos, y yo me dormí enseguida, como si hubiera sido víctima de un potente somnífero. Tuve un sueño tranquilo y reparador.

Al día siguiente los rayos de sol me despertaron, y me extrañó que aun fueran las seis de la mañana. Me hubiera vuelto a dormir, pero oí que por abajo ya había movimiento. Bajé a la planta baja y encontré a Bella en el comedor mientras Amu preparaba el desayuno y lavaba los platos.

—Buenos días Nisha. ¿Qué tal has dormido?
—Bastante bien, tiíta Bella. Que madrugadora eres.
—Bueno, no tenía ganas de seguir durmiendo y he pensado que nos podemos poner ya en camino; nos espera un largo viaje.
—¿No es muy pronto?
—Nunca es pronto, sobrina mía. Comemos unos bocados y nos ponemos en camino.

Bebí rápidamente un tazón de café, y enseguida nos pusimos en camino. No tuve tiempo para despedirme de Amu.

Cuando llegamos al barrio de Ratha, una ola de inseguridad y frío recorrió mi cuerpo. Vivía una calle muy triste y sucia; parecía que la primavera hubiera abandonado ese lugar. Ya había estado en él, pero no lo recordaba tan horrible. En ese momento Bella chocó con una anciana de unos sesenta y tantos años. Nos encontramos ante una mujer bien vestida, con gafas de marca, bolso de marca, elegante e incluso guapa para su edad, con unos ojos que hipnotizaban a su manera. Yo sabía quien era.

—Ya podrías tener más cuidado, jovencita; casi me caigo en ese charco y entonces mi ropa lo habría lamentado.
—Oh, lo siento muchísimo, señora; no veía por donde iba.
—Bueno, bueno, basta de sentirlo. ¿Qué haces tu aquí, Nisha? ¿A caso necesitas ayuda de esta vieja anciana?

Bella me miró, perpleja.

—Yo también me alegro de verte, Ratha.
—¿A quien estáis buscando?
—Te buscamos a ti. Sé que hace poco estuve aquí, pero necesitamos más información.
—Mmm…¿y se puede saber quién es esta joven?
—Es mi tía Bella, hermana de Hoyuelo.
—Así que Bella, ¿eh? Ya decía yo que me sonabas de algo. En qué belleza te has convertido; debiste nacer con la luna en su máximo esplendor.
—Tú también estás muy bien, tiíta Ratha.

Ratha ya estaba abriendo el portal de sus apartamentos.

—Venga, subamos a mi casa; no me gusta hacer esperar a la visitas.

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Extra 1 (Lakshmi)


Aquí os dejamos el primer extra. No tiene relevancia en la historia, pero os servirá para aclarar dudas sobre algunas relaciones actuales. Espero que lo disfrutéis y recordad que, mañana por la tarde, subimos el capítulo 6.
_____________________________________________________

Extra 1
Lakshmi
"La señorona de ciudad"
[1969]

Ah, así que te interesa saber más sobre mi relación con Rani... Acércate y volvamos juntas a ese borroso pasado, poblado por los recuerdos y la melancolía.

En nuestro caso, nos odiamos nada más vernos. Debió ser acción de Ganesha que, en su sabiduría, decidió que no estábamos destinadas a mantener una amistad. El marido de Anna es su hermano mayor, pero no tienen nada que ver entre ellos. Él se enamoró de mi hija a primera vista, por lo que, entre las dos familias, concertamos un matrimonio. Lakshmnan, deseoso por ganar una dote para poder despilfarrarla, se enteró de que los padres del prometido de Anna tenían una hija en edad de casamiento, por lo que me obligó a ir a conocerlos. Ayah, Lakshmnam y yo nos dirigimos a ese intento de casa de cuarenta metros cuadrados. Naturalmente, a tu madre la calé nada más verla. La señorita era maestra, pero no quería ejercer su oficio, por lo que prefería ser mantenida por un marido. Rechacé el compromiso, ya que, al mirarla a los ojos, distinguí en ella el alma de una serpiente con joyas; en resumido, toda una señorona. A pesar de todo, no se rindió, y le escribió esta carta a Lakshmnam poco después de nuestra visita.


Mi queridísimo hombre:

Te ruego que no me olvides. Me parece que ya estoy profundamente enamorada de ti. Desde que te fuiste, no he podido comer ni dormir. Tu hermosa cara siempre esta presente en mis pensamientos. Nosotros no creemos en todas esas tonterías de que sea un mal presagio que las lámparas se apagasen. Apagarse cuando su pábilo queda reducido a nada o el aceite termina por consumirse es algo que forma parte de la naturaleza de la lámpara. Estoy segura de que un mero descuido no puede representar un mal presagio para nuestra unión.

Yo solo soy una joven sencilla hija de una familia pobre. Mi padre estuvo ahorrando muchos años pra mi dote y este será el perfecto pago inicial para una casa. O si no también podrías utilizarlo para dar inicio a tu nuevo negocio. Un hombre de talento como tú podría hacer tantísimas cosas con ese dinero... Tu padre me dijo que estabas interesado en los negocios.

Yo he sufrido mucho en mi vida, pero contigo seré feliz aunque solo tengamos agua y arroz hervido. Por favor, amor mío, te ruego que no me olvides. Te prometo que nunca lamentarás la decisión de casarte conmigo.

tuya para siempre,

Rani


Como ya sabes, no se iba a conformar con agua y arroz hervido. Pero, a lo que íbamos; rondaba el año 1956 cuando se celebró la doble boda. Anna se fue a vivir con su flamante marido y Rani y Lakshmnam se instalaron en mi casa.

Poco antes de que decidieran marchar, hubo un altercado entre nosotras. Verás, Hoyuelo, tu madre es una mujer muy lista, con una lengua taimada y viperina, pero es el ser más vago de toda Malasia. Ella dejó un bello sari rojo pasión al sol durante varios días. Lalita me preguntó al segundo si debíamos recogerlo, pero se lo prohibí; quería ver cómo actuaría la víbora. El sari pasó de ese color despampanente a un cutre rojo raído; su gandulería había echado a perder un precioso sari. ¿Y qué fue lo que hizo? Acercarse a mí y preguntarme:

—Suegra, ¿conoces una buena tintorería por la zona? Tengo suficientes ahorros para que mi bello sari vuelva a su color original.

¡Por todos los dioses! ¡La serpiente estaba dándose aires de señorona cuando no tenía ni para comer! Y, por si fuera poco, esa vaga se atrevió a ordenarle a la pobre Lalita que llevara su sari a la tintorería. Recuerdo sus palabras a la perfección.

—Cuñada, debo suplicarte que lleves mi sari a la tintorería. Tú eres joven y fuerte, y como puedes ver, mi artrosis no me permite levantarme de esta cama. Tienes suerte de que la araña viuda negra no te haya casado, ella me casó con Lakshmnam a traición y me condenó a la infelicidad eterno. ¡Maldigo todos los días que le quedan de vida a esa araña! ¡Y ahora, ve a tintar mi maldito sari, cara de mono! ¡Eres fea y por si fuera poco lenta! ¡Nadie se casará contigo, ni siquiera el hermano de la desgraciada Ah Moi!

La víbora no tardó en cambiar de piel y estaba a punto de asfixiar a Lalita. ¡Tuvo la desfachatez de insultarnos en nuestra propia casa! ¡Cuan crueles fueron sus palabras! Su lengua viperina consiguió sacar al monstruo que oculto en lo más oscuro de mi corazón. Empecé a caminar hacia la habitación y, cuando abrí la puerta, dejé de ser yo; ese monstruo que habita en mí, salió a la superficie, apartándome a un lado y abalanzándose sobre mi nuera. Observé a ese cruel monstruo abofetear a Rani y, con una fuerza semejante a la de Shiva, partió ese sari raído en dos partes. Lalita miró al monstruo sorprendida y Rani gritaba "¡araña salvaje de granja! ¡Aparta tus fauces de mí!". Al día siguiente, Lakshmnam y ella se marcharon de casa, aunque Rani no comentó nada sobre el incidente.

Por aquel entonces yo no sabía que ella te llevaría en su vientre a ti, mi nieta preferida. La venganza de Rani ha sido separarte de nosotros y marearte como a una perdiz, llevándote de allí para acá, porque sabe que sus palabras no nos dañan y esta es la única forma de afectarnos

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Capítulo 5 (Hoyuelo)


Capítulo 5
Hoyuelo
"Mi alma gemela"
[1979]

Es complicado describir mi vida, pero lo intentaré. Principalmente, grabo esta cinta para que algún día puedas escucharla, Nisha; sé que lo harás. Mi existencia ha tenido un segundo nombre: Mohini. Desde que nací, siempre he estado relacionada con mi desaparecida tía. Ella era la gemela de mi padre. No sé que le pasó con exactitud, pero puedo ver que a día de hoy no está. Nadie quiso contarme nada cuando era pequeña, pero ahora intentaré saber la verdad.

Todo el mundo me decía que era idéntica a Mohini. Ella fue una belleza india, de unos ojos verdes muy brillantes, una tez blanca exquisita, un cabello negro como el tizón
y unos labios y un cuerpo muy bien formados. Mi tía Mohini desapareció el 8 de diciembre de 1945, o eso me han comentado. Al parecer, algo relacionado con los japoneses y su invasión a este país la alejaron de la abuela Lakshmi. Papá nunca quiere hablar de ella. Recuerdo que un día intenté hablar con él de la tiíta Mohini cuando  a penas tenía 11 años. Me senté en su regazo, le besé la mejilla y le pregunté:

—Apa, ¿qué pasó con la tiíta Mohini? ¿Dónde se encuentra?
—Sabes que no pienso hablarte de eso.

Y, sin más, mi padre me apartó bruscamente de su regazo y se fue de la habitación. Nunca más volví a comentar el tema con él. Mi madre me dio una paliza por ello con una goma de manguera mientras Bella lo veía todo con ojos impotentes. Los días más felices de mi vida han transcurrido en Kuantan, en el pequeño vecindario de la abuela Lakshmi, pero no cambiaría por nada del mundo los momentos vividos con Bella. Mi madre me odiaba, e incluso aún me odia por parecerme a la tiíta Mohini y por ser el ojito derecho de papá. Ella cree que mi padre es incapaz de amar, y no consiente que ame a alguien que no sea ella, aunque esa persona sea su propia hija. Tras los brutales golpes de mi madre, Bella me abrazaba y me limpiaba las heridas. Después, echaba alcóhol en ellas para que sanaran. Luego, besaba las heridas y me llevaba a su cama a dormir, ya que, tras los golpes de mi madre, yo solía entrar en un pequeño estado de shock en el que era incapaz de reaccionar.

Me contaba fantásticos cuentos donde una princesa de un lejano castillo convivía con un perro poco agraciado en su físico. La princesa era sometida a castigos por su malvada madrastra, y no tenía amigos. Su padre era incapaz de defenderla, ya que él estaba enamorado de una sirvienta a la que la malvada reina expulsó del castillo y desde entonces perdió la ilusión. El perro era maltratado por la madrastra, pero siempre tenía una sonrisa guardada para la doncella protagonista. Esa princesa tenía una hermana dos años más joven que ella, que la protegía siempre que podía. El incoveniente era que ella tenía miedo de la madrastra y no podía proteger a su hermana, solo cuidarla cuando se le daba la oportunidad. Al final, una anciana con un corazón de oro, amiga de la hermana de la princesa, convertía al perro en un joven y apuesto príncipe, que se casó con la princesa y la hizo feliz, lejos de las garras de su madrastra.

—Mi querida hermana, algún día encontrarás a tu apuesto príncipe, que te salvará de las garras de nuestra madre. —me decía siempre, con una sonrisa.

Yo siempre supe que Bella me contó esa historia basándose en nuestra vida. La madrastra es Rani, a pesar de que ella es nuestra verdadera madre. El padre de la princesa es, naturalmente, Lakshmnam, mi padre. La hermana de la princesa es ella y la princesa soy yo. Nunca supe quien era el príncipe, lo que sé es que no es Luke. Nisha, tu padre no es un mal hombre, pero no nos quiere ni a ti ni a mí. Ahora que lo pienso, Nash no sale en esa historia. Él nunca tuvo nada que ver con nuestra familia, excepto por el amor que sentía mi madre por él y que nunca le fue devuelto. Él odia a mi madre. Pero vayamos a lo que nos concierne.

Como ya he dicho, los días más felices de mi vida fueron en casa de la abuela. En ella siempre podías encontrar al tío Sevenese, a la abuela Lakshmi, al abuelo Ayah, la tiíta Lalita y a veces se dejaba ver el tiíto Jeyan. Iba con ellos en las vacaciones escolares, que eran 2 semanas en abril, 2 semanas en agosto y, por último, un mes entero en Diciembre y la mitad del mes de Enero. Yo amaba a la abuela Lakshmi, con toda mi alma. Un día, me enseñó una foto de la tiíta Mohini. Mi tía salía con el resto de la familia, pero ella resplandecía entre todos los demás. Era la flor de la familia. Por ese entonces yo debía tener unos 14 años, la edad que tenía Mohini en esa foto. Mi abuela me llevó al baño y mostró mi reflejo en el espejo junto al de Mohini. Lágrimas escaparon de sus ojos y, mientras resbalaban por su rostro, sus dos protectores brazos me estrecharon en su abrazo de panda. Me dijo:

—Hoyuelo, si tu tía Mohini pudiera ver que hay un ser tan bello como ella en el mundo, no cabría en sí de alegría. Pasaría contigo todos los días de su vida. Mohini era muy buena, Hoyuelo, como tú. Cuando naciste, Lakshmnam entró corriendo a esta casa y gritó: "¡Ama, Mohini ha vuelto como tu nieta!". Pobre chico, nunca superó la marcha de Mohini a Dios sabe donde. Pero, al verte, lloré de alegría; eras una gota de agua, idéntica a mi Mohini. Cuando esos cerdos de los japoneses hicieron lo que se atrevieron a hacer con mi pobre Mohini, perdí la esperanza por esta familia. Al descubrirte, supe que había algo por lo que luchar. Nunca dejes que nadie te pise, Hoyuelo, y no dependas de nadie, mucho menos de tu madre. Estoy segura de que tú eres... el alma gemela de mi Mohini perdida.

Me sorpendió escuchar esas palabras de mi abuela; ella nunca se mostraba sentimental. Nunca volvimos a comentar esta historia, pero quedó guardada en nuestros corazones. Hubo más confusiones con Mohini. Lo que voy a narrarte ocurrió mucho antes de mi conversación con la abuela Lakshmi, cuando yo teníaunos 10 años. Recuerdo que el abuelo Ayah se encontraba dormitando en su hamaca. Me subí encima suya y despertó. Con los ojos abiertos como platos, dijo:

—Mohini... Mi Nefertiti...

Le miré divertida por la confusión, le saqué la lengua y dije:

—No, abuelo, Hoyuelo. Soy Hoyuelo.

El abuelo Ayah sonrió, aunque se infiltró un profundo dolor en su piel. ¿Qué pasó con Mohini, por qué nadie me lo ha contado a mis 21 años?

Aun así, estoy segura de que Mohini, esté donde esté, viva o muerta, en Malasia o en América, siempre será mi alma gemela. Yo no creo en las casualidades, Nisha, y estoy segura de que algún día descubrirás el porqué de todo esto.

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E-mail de la historia y otras formas de contactarnos

caminodesuenos@hotmail.es


Para lo que se os ocurra; consejos, opiniones, formas de promoción e incluso críticas, podéis enviarlo aquí si es que no sabéis poner comentarios. Os responderemos encantados, tanto Laura como yo.

Por si alguien no sabe, se hace así; das click al título de la entrada (seguramente parpadee) y bajas al final. En el panel de "comentar como" seleccionas la opción que más se adapte a ti; cuenta de google, Anónimo si no tenéis cuenta en ninguna de las opciones que se os da, y un largo etc...

También tenéis las encuestas para darnos vuestra opinión.

¡No olvidéis que mañana se publica el capítulo 5 y que ayer se publicó el 4!

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Capítulo 4 (Lalita)


Capítulo 4
LALITA
"La mala estrella"
[2001]

Tras el testimonio de Mui Tsai, Bella y yo salimos de su casa. Nos dio su número telefónico por si volvíamos a necesitarla. He sacado bastantes conclusiones de este testimonio, pero vi recelo en su mirada... así que estuve segura de que nos ocultaba algo. De todas formas, podíamos volver a su mansión pronto, por lo que no me preocupé en exceso. La historia de esa pobre mujer me llegó al fondo, ha sufrido mucho en su vida. Por si fuera poco, le arrebataron del lado de su mejor amiga, la bisabuela Lakshmi. Me hubiera gustado poder conocer a Lakshmi. Es más, creo que no sabemos mucho sobre ella. Lo único que sé a ciencia cierta es que fue una mujer maravillosa, que defendió con temple a los miembros de su familia y construyó un bonito imperio desde cero. Seguro que la abuela Rani mataría a Bella si se enterase de que estamos dedicándonos a indagar en la vida de la bisabuela Lakshmi, a la que ella llama "araña viuda negra".

Cuando subimos al coche, Bella sacó el árbol genealógico de su bolso. Faltaba un testimonio muy importante: el de Lalita. Nos dirigimos desde Petali Jaya a Kuantan. El pequeño vecindario estaba como siempre, vacío y tranquilo. Ya no vive mucha gente por ahí. El viejo Soong murió hace muchos años, y en su lugar están la Tercera Esposa y dos de los hijos que robaron a Mui Tsai, que se pasan esporádicamente por su casa. No conozco al resto de los vecinos, pero está claro que este pequeño vecindario de cinco casas no es lo que fue hace 70 años. Bella y yo bajamos del coche y nos acercamos a la casa de la tía abuela Lalita. Lalita salió con la dentadura postiza en la mano. Cerró la puerta y, con la dentadura colocada, la abrió en menos de 5 segundos. Se lanzó a mis brazos.

-Oh, Nisha, eres tú otra vez. ¿Quién es la joven de bello semblante que te acompaña?

La tiíta Bella se acercó a la tía abuela Lalita.

-Soy tu sobrina, Bella. Tiíta Lalita, creo que no coincidimos mucho en el pasado, pero quisiera hablar contigo para recuperar el tiempo perdido. Deseo saber más de mi familia y enseñarle a Nisha que, un día, sus antepasados pisaron este mismo suelo. Unos antepasados que, a pesar de las penurias de la vida, salieron adelante hasta que la muerte los cogió por sorpresa, a unos antes que a otros.

Ella le sonrió a Bella, mostrando su dentadura postiza bien puesta, y abrazó a su sobrina.

-Bella, siempre supe que algún día descubrirías la verdad. Pasad, por favor.

La tiíta Lalita nos recibió en la casa donde convivieron todos los miembros de la familia. Ahora, solo eran una hilera de fotos, adornadas entre guirnaldas. Bella acarició las fotos de Hoyuelo y Lakshmnam. En ese momento, supe que Bella quería quedarse sola con sus recuerdos y su tristeza, por lo que la dejé sola entre las fotografía y fui con la tiíta Lalita al comedor. Ella encendió la tele. Me sorprendió ver puesta la MTV. La tiíta Lalita me comentó que era amante de la música. Bebí un sorbo de café y saqué mi grabadora. Me miró sorprendida.

-Nisha, querida, ¿por qué sacas el cachivache ese de grabar voces?

-Tiíta Lalita, quiero recoger tu testimonio. Voy a escribir un libro sobre nuestra familia, y quisiera saber tu vida desde los 45 hasta los 66 años. En las grabaciones de mi madre tu vida llega hasta los 45, pero ahora estás cerca de los 70 y no sabemos nada de estos últimos años.

Lalita me miró sorprendida, pero la vi esbozar una sonrisa. Parecía querer contar muchísimas cosas.

-Nisha, mi vida no es tan interesante, pero estoy a tu disposición.

Ella apagó la tele y sacó su propio MP4, cosa que me sorprendió de una mujer de sesenta y tantos años. Puso una canción muy nostálgica.

-Verás... No sé como explicarte esto. Mi vida ha sido insustancial. Después de la invasión japonesa y la desgracia que cayó sobre nuestra familia, intenté contentar a mi madre. Seguramente yo nací bajo una mala estrella, porque era fea y nada inteligente, así que siempre fui la decepción de esta familia. A pesar de todo, yo amaba a Lakshmi. Tu abuela Rani la calificaba de "araña viuda negra". Tenía razón, nuestra madre era una araña. Tejió desde cero las ropas más caras del mercado, las comidas más exquisitas y el amor más bello a pesar de una vida de penurias. Esa fue la telaraña de nuestra ama Lakshmi. Un día desperté y estaba en el cuerpo de una mujer de 40 años; ya era demasiado vieja para casarme, por lo que otra decepción cayó sobre mi madre. Además, Jeyan y yo suspendimos los exámenes de Nivel Tres que nos exigían, por lo que no tuvimos un empleo digno. Yo quise ser enfermera, pero mi madre dijo que ni de broma, no estaba dispuesta a ver a su hija lavando las partes íntimas de desconocidos. Desde los 30 a los 45 años viví en un apartamento. Conseguí hacer amigos, pero seguía vacía por dentro.

Vi como la tiíta Lalita se sorbía la nariz con un kleenex.

-Tras la muerte de apa Ayah, volví a Kuantan para hacerle compañía a ama Lakshmi. Seguía frecuentando la capital de vez en cuando. Un día, a los 46, mi amiga Maya me presentó a un apuesto caballero. Su nombre era Kaito. Venía de Japón y era 5 años menor que yo. Me enamoré perdidamente de él. Era la primera vez que me pasaba. Poco a poco, empezamos a conocernos y formalizamos nuestra relación. Se lo presenté a mi madre y dio el visto bueno. Por fin mi vida cobraba sentido, había encontrado el verdadero amor, y no a un pervertido detrás de mi dote de 9.000 ringgits.

»El tiempo fue pasando; yo amaba a mis familiares, pero todos tenían una vida construida y no tenía cabida en ninguna, excepto en la de ama Lakshmi. Un día, ella me propuso casarme con Kaito, para ser feliz y poder desprenderme de ella. Yo no quería desprenderme de mi madre, ni ella de mí, pero fue inevitable. Y esto lo digo porque mi madre murió. Verás, Nisha, y esto es algo que ahora sé muy bien, la muerte no pretende quitarnos a nuestros seres amados, lo que hace es cogerlos prestados un tiempo hasta el día en que podamos reencontrarnos con ellos y volar juntos por este maltratado mundo, pero en forma de almas libres, sin problemas mundanos que envenenan nuestra vida.

»Tras la muerte de mi madre, Kaito quiso que yo fuera a vivir con él. Te hablaría de todo lo que hizo por mí, de las cenas, los momentos románticos e incluso las relaciones extramatrimoniales que mantuvimos, pero no viene al caso en este momento. Yo rechacé ir a vivir con él, quería seguir en esta casa por mis hermanos, mis padres y el resto de familiares fallecidos. Ser la única superviviente de una familia es algo duro, Nisha, aunque sea porque tus padres y tus hermanos ya son mayores. Kaito me dijo que, si no iba con él, lo nuestro se acababa. No le hice caso, preferí estar con las fotos de mis familiares fallecidos. Al día siguiente recibí una llamada de urgencias; mi prometido había muerto. Faltaban menos de dos semanas para la boda, y yo tenía todo preparado, incluso las invitaciones. Pasé días llorando, noches en vela y tardes en las que me sentaba a contemplar el atardecer sin tener nada que hacer con mi vida, sin rumbo ni sentido.

»Descubrí que estaba embarazada, de 3 meses. Empecé a notar dolores y quise oírlo en boca de un médico.  Mi hermana Anna me apoyó completamente. Sé que quieres que te hable de Anna, así que lo haré. Anna estuvo a mi lado porque ella tuvo una niña. Se llamaba Rubini. La niña desapareció misteriosamente. Ojo, querida Nisha, estamos hablando de, más o menos, 1956; tu madre no había nacido siquiera, ni Bella. Fue algo que se quedó en nuestra familia. La pequeña Rubini desapareció en un parque. Anna fue a pasearla y desapareció, sin más. Vio a la niña acercarse a los columpios, despistó la mirada en su libro para preparar el examen de sus alumnos y, al volver la mirada, la pequeña no estaba. Hubo un rastreo intensivo de 10 años, pero no la encontraron. A pesar de todo, Anna siguió en pie, afrontando lo que la vida le echaba. Anna quería mucho a Hoyuelo, tu madre, por lo que también tenía un gran aprecio hacia ti. No sé si tienes recuerdos míos de tu niñez, cuando juntas observábamos las libélulas del patio de la casa de tu madre.

»Total, perdí a mi bebé. Supongo que un aborto natural, porque ya no comía tanto como antes ni bebía prácticamente nada de la tristeza. Sinceramente, no me afectó. A día de hoy miro todo con otros ojos; pienso en que, si Ganesha no quiso que yo tuviera un bebé, pues nada. Es más, fue mejor así. Tener relaciones extramatrimoniales estaba mal visto, por mucho que estuvieramos en los años 80. Pero, dentro de mí, sé que eso hubiera alegrado mis días. A pesar de todo, Anna pasó por algo similar con su pequeña, por lo que me arropó y ayudó para salir adelante. A día de hoy sigo llorando su muerte. En realidad, lloro la muerte de casi toda nuestra familia. Esa maldita muñeca que Apa Ayah trajo después de la invasión japonesa arruinó nuestras vidas. Sé que Mohini, la más perjudicada por la invasión japonesa, es mi ángel de la guarda, y que tu madre y ella juntas velan por mi seguridad y bienestar. No sé si sabías que tu madre se parece mucho a Mohini, dos gotas de agua.

»Bueno, querida, dejo de molestarte. Aquí tienes mi testimonio, haz lo que quieras con él. Seguramente quieras ver a Ratha, ella podría ayudaros bastante con vuestra investigación.

Apagué la grabadora y, tras despedirme de la tiíta Lalita, acudí junto a Bella, que seguía contemplando las fotos. No veía lágrimas en su rostro, pero sabía que estaba rota por dentro. Le dejé la grabadora para que escuchara el testimonio de Lalita y montamos en el coche. Tras tantas emociones, necesitábamos un descanso.

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Capítulo 3 (Mui-Tsai)


CAPÍTULO 3.
MUI-TSAI
"Sombras del pasado"
[2001]

Antes de contaros mi historia, bellas jóvenes, me gustaría que me aclaréis para qué queréis saber la vida de esta anciana de ochenta y cinco años. Me ha sorprendido mucho veros entrar a ambas, sabiendo que apenas recibo visitas. Ah, es eso... sí, recuerdo a Lakshmi. Tú te pareces mucho a ella, Nisha. Bueno, aclarado esto, iré a por unas tazas de té. Sacad ese trasto tan moderno para grabar voces, y enseguida vuelvo.

Creo que podría separar mi vida en dos partes: la parte hasta los treinta años, cuando la tristeza predominaba sobre la alegría, y de esa fecha hasta ahora, donde la alegría y la felicidad reinan sobre mi tristeza. ¿Pero sabéis qué? En esos años donde la tristeza reinaba en mí, no cambaría por nada del mundo los buenos momentos que tuve. Ahora, cada vez que me pongo enferma o tengo algún problema de salud, durante décimas de segundo veo a la niña Muerte sonreírme, como diciéndome: “Tal vez hoy no, pero quizá mañana…” Aunque yo no temo a la muerte, he disfrutado de mi vida, con lo bueno y lo malo, tal como es, aunque realmente hay momentos de mi cabeza que me gustaría que fueran eliminados, pero mi subconsciente es caprichoso y sé que no cederá ante mis réplicas. Antes de continuar, os diré que mi verdadero nombre es Indara. Lakshmi lo sabía, pero no podía llamarme por mi verdadero nombre. Al llegar a la casa del Viejo Soong, me cambiaron el nombre por Mui Tsai.

No tuve una buena infancia. Cuando mis padres tuvieron a mi hermano (o hermana, no me acuerdo exactamente) pensaron que podían prescindir de mí y me vendieron al mercado de esclavos. No tengo un recuerdo nítido de mis padres, pero los odio por lo que me hicieron, y a lo que me condenaron, lo único que les puedo agradecer es que no me vendaran los pies siendo una niña indefensa. Poco después me vendieron a una mujer china, según mis informaciones, la primera esposa del viejo Soong, y me llevaron a Malasia para trabajar en una gran casa a las afueras de Kuantan.

Trabajé desde pequeña en ella, soportando las críticas de las tres esposas del viejo Soong y soportando sus miradas hasta que pasó. Tenía 14 años y la señora de la casa me envío a hacerle un masaje al señor, ya que se me daba tan bien. Y cuando estábamos a solas, este me violó descaradamente, mientras él callaba mis gritos de dolor. Recuerdo que pasé la noche llorando. Esa fue una de las peores noches de mi vida. El proceso se iba repitiendo durante las noches que al viejo Soong se le antojaba tener un “masaje”, siempre usaba el mismo método.

No tardé en quedar encinta. Lo peor de esa primera vez fue que las esposas me miraban llenas de celo al ver paseándome con mi tripita por la casa. De repente, de la noche a la mañana, se puede decir que pasé de ser una sirvienta inútil a una invitada de gran prestigio. Las esposas no paraban de preguntarme por mi estado, si estaba bien, si necesitaba algo, si el futuro bebé necesitaba alguna ropita más…No me podía creer lo que pasaba, hasta que descubrí sus objetivos. A los nueve meses nació mi pequeño. Era de una preciosidad enorme y tan blanco como la luna. No podía creer que mi niño fuera fruto del viejo Soong también, al parecer no había heredado sus características, y eso me alegraba mucho. El problema fue que mi estado de alegría fue fugaz. Al cabo de una semana, vino la primera esposa a reclamarlo como hijo suyo, era estéril y no podía tener hijos, y pensaba que un vástago le podría alegrar a su vida. Yo me negué, por supuesto, porque amaba a mi bebé, pero el viejo Soong me obligó a dárselo, y así es como me quedé sin mi primer hijo.

Obviamente, volvimos a la rutina con el viejo Soong, y enseguida volví a quedar en estado. Esta vez no se molestaron las esposas en visitarme, porque cuando nació el pequeño, la segunda esposa lo reclamó directamente. Mi tercer hijo se lo quedó la primera esposa otra vez, por que el primero había muerto varios meses atrás a causa de una enfermedad genética, aunque yo sabía que había muerto de tristeza. Mi cuarto hijo también lo reclamó la primera esposa, pues al estar el otro solo en casa, se estaba volviendo mimado, aunque está vez me atreví a plantarle cara.

-No te preocupes, pequeña Mui-Tsai-decía la primera esposa-eres joven y muy fértil, seguro que tendrás muchos hijos más.

-¿Y os quedaréis a todos?-pensé, aunque no me atreví a decir por temor a una reprimenda.

Claro que, tras esta serie de infortunios, había un rayo de luz en mi alma. Lakshmi, mi querida vecina. Ella fue casada con 14 años y se trasladó con su marido, mucho mayor que ella, al lado de nuestra casa. Compartíamos muchas veces el estar en encintas a la vez, aunque ella tenía una gran diferencia en mí, podía quedarse con sus hijos. A pesar de mis ochenta y cinco años, de una vida llena de felicidad y un marido fantástico, os puedo decir que siempre eché de menos a Lakshmi y nunca dejé de llorar por ella. Teníamos la misma edad, nos conocimos a los 14 y pasamos muchos embarazos juntas. Ella fue mi mejor amiga, aunque hubo un problema... Cuando me quitaron a mis hijos, yo me centré en los de Lakshmi.

En especial de sus hijos me acuerdo de Anna. Ay, que encanto de niña. Recuerdo que nació poco después de que me robaran a mi tercer hijo, y desgraciadamente, Lakshmi cayó en una larga y dolorosa enfermedad. Me sentía realizada cuando ponía a Anna en mi regazo y comenzaba a consumir leche de mis senos, ya que se estaba desperdiciando y los de mi amiga, cuando salió de la enfermedad, estaban marchitos y sin fuerzas. Vi una señal de furia en la mirada de mi amiga cuando vio que Anna seguía lactando de mí, pero se lo calló porque pensaba en el bien de la niña y vio que lo hacía con los ojos llorosos. Se que sentía no habérsela dado ella misma. También tengo grabado en mi cerebro la imagen de Mohini... era una niña tan guapa... Nunca se me olvidará la belleza que desprendía en esos ojos de gata. Nisha, tú tienes sus mismos ojos. A raíz de lo de Mohini, que no sé si vosotras dos sabréis, Lakshmi y yo retomamos nuestra verdadera amistad y volvimos a ser las hermanas que fuimos en un pasado no muy lejano.

El tiempo iba pasando, y poco después de la invasión japonesa, me mandaron a otro sitio. No tuve tiempo de despedirme de Lakshmi, Anna y el resto de sus hijos, porque fue poco después de la fiesta de cumpleaños del viejo Soong, en la cual se me partió el corazón al ver todos mis hijos reunidos. Yo me acerqué a ellos, pero me tomaron como a una japonesa y me lanzaron piedras. Ese día estaba con Lalita y Lakshmi. La pequeña Lalita... No sé si tenía 10 u 11 años, pero era un trocito de pan. Amaba a Lakshmi, lo veía en sus ojos, pero mi amiga se avergonzaba de ella. Perdón, me estoy yendo del tema. Cuando mis hijos me tiraron piedras, la Segunda Esposa salió a por ellos. No me dirigió la mirada. Pocos días después, mi vida cambió.

A partir de aquí es cuando la vida me empezó a sonreír. Me vendieron como tercera esposa a un hombre adinerado, con la excusa de que era una mujer muy fértil. ¡Nunca me habría imaginado nada así! Era la Tercera Esposa, pero eso ya eran privilegios, demasiados para una persona de mi alcurnia. Enseguida comencé a hacer amistades con las Segunda Esposa. Era una mujer muy buena y bondadosa, y siempre se preocupaba por como estaba yo, al contrario de la Primera Esposa. Creía que no existían seres más crueles de los que había dentro de la casa del viejo Soong, pero luego la conocí a ella. Hacía perfecto el papel de señora de la casa egoista y envidiosa. Pero la Segunda Esposa era buena y bondadosa, y mucho además. La Segunda Esposa conocía a Anna.

No la pude ver por mi condición, pero la Segunda Esposa me trasladaba noticias de Lakshmi hasta que la pobre echó su vida a perder por mí. Recuerdo que la Primera Esposa estaba maltratándome, cuando la Segunda Esposa lo vio e hizo algo inimaginable; desenfundó la espada que mi señor tenía en la pared e intentó apuñalar a la Primera Esposa. La Primera Esposa fue más rápida y le hizo una especie de haraquiri a la Segunda Esposa. Con toda la tristeza del mundo, pasé a ocupar el lugar de la Segunda Esposa, y cuando encarcelaron a la Primera Esposa, ascendí a ser la señora de la casa. La Primera Esposa ya ha muerto de anciana, y me alegro de ello. La Segunda Esposa era un ser bondadoso, pero la Primera Esposa guardaba veneno. Siempre he orado por esa vieja amiga.

De la noche a la mañana me había convertido en la dueña de la casa por ese desgraciado accidente. Por cierto, no llegué a tener hijos propios con el señor. De repente algo dejó de funcionar dentro de mi y cuando conseguía quedarme en estado, ninguno de ellos llegaba a nacer, así que me cuando murieron las dos primeras esposas, me quedé con sus hijos, que ya estaban mayorcitos y no iba a tener nunca la oportunidad de llamarlos hijos míos. Seguía viendo a Anna, porque según me dijo, se había casado con un agrimensor rico y siempre la veía en las fiestas. Lloré mucho su muerte prematura, no llegaría a los sesenta años y a partir de ahí, perdí el contacto con la familia. Soy muy vieja, la niña Muerte no tardará en encontrarme, y esta vez no me dejará escapar. Aun tengo cosas que contar, pero me queda poco tiempo en la Tierra. No tardéis...

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Capítulo 2 (Nisha)


CAPÍTULO 2
NISHA
"Madre del Arroz"
[2001]

Tras escuchar la última cinta de Sevenese, comencé a escribir el libro. Decidí llamarlo Madre del Arroz por esa frase que le dedicó Sevenese a la bisabuela Lakshmi. La verdad, en los momentos previos a escribir el libro me encontraba muy confusa; había pasado de no saber nada de mi familia, ni siquiera de su existencia, a saber que fueron unos seres maravillosos con unas trágicas vida.

Después de teclear la última página, descubrí que mi libro no estaba completo; faltaban testimonios imprescindibles. Quería saber más de Anna y de Lalita, ya que había un hueco blanco en su vida entre los 45 y los 66 años, pero, sobre todo, quería saber la historia de Mui-Tsai. Para los despistados, os diré que Mui-Tsai fue la mejor amiga de mi bisabuela Lakshmi, pero, por un motivo que no acabo de comprender, fue transportada de la casa en la que servía como criada a otra. Correcto, Mui-Tsai era la sirvienta del viejo Soong. Puede parecer que soy muy exigente conmigo misma, pero, ya que Bella y yo vamos a escribir un libro, quiero que lo escribamos bien, con todos los testimonios. Tengo la primera copia del libro, pero aun nos falta hacer una reedición por si se nos plantean nuevos testimonios.

Si lo que queréis saber es sobre mi vida después de la última página de mi propio libro, no hay mucho que contar. O bueno, quizá sí. A partir de ese momento decidí tener más trato con Rani y Bella, en especial con esta última. Tras escuchar la cinta de Sevenese me sentí conmocionada, lloré sin cesar al terminar de oír la voz de mi tío abuelo. Pensar que si mi madre, Hoyuelo, hubiera escuchado esa cinta, habría podido cambiar muchas cosas... Pero prefiero dejar esto para más adelante. Al día siguiente de escuchar la cinta, me dirigí a Petali Jaya, el lugar de residencia de ambas. Para mi sorpresa, la abuela Rani no me esperaba en el porche, sino que estaba en el sofá muy dolorida. Al parecer, su artrosis había empeorado. Bella se encontraba en el baño, arreglándose, por lo que me acerqué a Rani y conversé con ella. Vale que la mujer esté un poco chiflada, pero al fin y al cabo es mi abuela. Al encontrarme con ella, me sorprendieron sus palabras, muy parecidas a las de la primera vez. Vi como Rani miró a todos lados para ver si encontraba a Bella y me espetó:

-Es una prostituta, sabes. Ninguno de nuestros vecinos me dirige la palabra por culpa de ella. ¿Por qué no me llevas a vivir contigo a la casa de las afueras? Ya no puedo seguir viviendo aquí. El mundo entero se ríe de mí.

Al escuchar sus descaradas palabras, le contesté:

-Abuela Rani, ya me contaste eso la primera vez que vine, y con las mismas palabras.

Me sorprendió verla levantarse y arrodillarse ante mí, esta vez con cara apenada. Esta vez me dijo:

-Llévame contigo, donde sea, mi querida Bella vende su cuerpo a la noche y no quiero tener en mi mente otra desgracia familiar.

Me dejó atónita escuchar esas palabras. Gracias a dios, en ese momento apareció la tiíta Bella del baño. No me agradó ver lo que pasó, puesto que la tiíta Bella y la abuela Rani empezaron a discutir acaloradamente. Bella se acercó muy enfadada y le gritó a su madre:

-¡Estoy harta de ti, mamá! ¡Se acabó, dentro de poco nuestros caminos se separarán!

Me pareció oír a la abuela Rani llorar, pero no le di demasiada importancia. Luego me enteré de que se reía. Escuché decirle:

-Tanto sacrificio para nada... Tuve un inútil de jugador por marido, y actualmente tengo dos hijos que no me tienen ningún respeto. ¿Dónde te encuentras, mi querida Hoyuelo? Tú eras la luz que iluminaba mi vida. Gracias a dios que tengo a mi bella Nisha aquí para ocupar tu lugar. Sé que algún día volverás, y ese día mandaremos a esa puta de tu hermana a freír espárragos, porque sé que me quieres, Hoyuelo. He sufrido mucho en esta vida, pero sé que Nisha me ayudará, ¿verdad?

Bella colocó una mano en su frente y salimos. Fuimos a por un helado y luego nos sentamos a conversar.

-Mi madre está como una cabra, estoy por internarla en una residencia. Bueno, querida, dime, ¿qué necesitas de tu vieja tiíta Bella?
-¡Oh, Bella, si eres joven y guapa! ¡Mira, la gente piensa que somos hermanas! Bueno, lo que quería decirte es que he escuchado la última cinta. Era de Sevenese.

-¿Y qué decía?

Ese día llevaba conmigo la grabadora en el bolso, así que se la cedí a Bella. Fui al baño mientras la escuchaba y la sorprendí al volver. Estaba llorando desconsoladamente. Nos fundimos en un abrazo.

-Terminaremos este proyecto por tu madre. Pero antes, hay un asunto del que quiero encargarme.

Bella y yo nos dirigimos a un hospital para ancianos y firmó los papeles para internar a Rani. Comprendí su decisión, a mí tampoco me gustaría vivir con una mujer que me llamara puta día sí día también.

-Esa mujer tiene el corazón de una serpiente, Nisha. No sabes todas las maldades que ha cometido, pero estoy segura de que con el proyecto las
descubrirás.

Fuimos a por Rani, le hicimos las maletas y la llevamos al hospital. Se resistió y gritó mucho. Todavía recuerdo las palabras que nos espetó a Bella y a mí. Enfurecida, con un lápiz afilado en la mano, nos gritó:

-¿Cómo se te ocurre hacerle esto a tu madre? Después de todos los años que he gastado en ti y así me lo agradeces, encerrándome en el hospital durante el resto de mi vida para que me visitéis dos días a la semana y me pongan comida precocinada. Iros Nisha y tú a divertiros de lo bonito que es vivir sin mí y cantad con alegría los días que me quedan para abandonar este mundo. Maldigo los días que te quedan en este mundo y los días que has vivido felizmente.

Vi a Bella con una lágrima en su ojo. Después, dirigí una dura y fría mirada a Rani. No tenía ningún derecho a tratar así a Bella. Rani esbozó una sonrisa macabra y luego soltó, con toda la desfachatez:

-¿Y tú, sucia sabandija? ¿Te crees que puedes llegar más de 15 años después para robarme a mi hija? ¡Tú no sabes quien es Rani Lakshmnam! ¡Tengo sed de venganza contra ti, Nisha Steadman, y créeme, sufrirás las consecuencias de haber conseguido que mi hija me internara en este sitio! ¡Has sido una mala influencia para Bella, pero contra mí no puedes hacer nada! ¡Sé mucho de la vida! ¿Qué diría Hoyuelo si estuviera aquí para verte, eh?

La rabia se adueñó de mí, no sé que me pasó, pero le dije a mi abuela:

-Si Hoyuelo regresara, diría que su madre es una bruja loca y no merece que vengamos a visitarla nunca. Enfermeras, hoy cenará la mitad de una cena normal. Y que la comida sea precocinada, le encanta.

Bella y yo nos marchamos medio riéndonos. Subimos al coche y, entre risas y confidencias, me preguntó:

-¿Vamos a ver a esa tal Mui-Tsai?
-Iremos a ver a Mui-Tsai y grabaremos su testimonio. Fue una persona muy importante para la bisabuela Lakshmi.
-Me hubiera gustado tener más trato con mi familia, pero mi madre me lo impidió. Muchas veces envidié a tu madre por haber podido ir a visitarlos de niña todos los veranos.

La conversación continuó, pero íbamos camino a casa de Mui-Tsai. Yo sabía que ese testimonio cambiaría toda su historia y la de abuela tal y como la conocíamos. No me equivocaba al pensarlo.

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