Javier y Laura. Con la tecnología de Blogger.
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Capítulo 9 (Nisha)


CAPÍTULO 9
NISHA
"CAMINOS"
[2001]

Lalita y yo abandonamos la habitación de Rani tras concederle unas palabras de ánimo a Bella. Mis sospechas se confirmaron esa misma mañana; Bella no concibía la vida sin su madre.

Al bajar unos cuantos escalones, Lalita señaló con el dedo a la enfermera de la abuela.

—Nisha, agárrate de mi brazo y llévame a hablar con esa joven. Mis huesos están cansados de bajar escaleras.

Una niña pequeña se burló de la forma de hablar de la desdentada tiíta Lalita. Tras mirarla acusadoramente, nos dirigimos hacia la enfermera.

—Rubini, querida... eres tú, las libélulas te han devuelto a casa —dijo Lalita, con un brillo especial en sus ojos.
—¿Qué está diciendo, taimada anciana? ¡No se llevará mis ringgits! ¡Váyase, aléjese de mi vista!

En ese sucio y triste pasillo de hospital, caí en que la tía abuela Lalita conocía a la enfermera. ¡Pero esa insípida mujer acababa de negar a la tiíta! Pude ver sus ojillos llenos de tristeza. Mi primera reacción hubiera sido abofetear a esa enferma, pero me contuve porque sería una falta de respeto hacia la abuela Rani.

—Se ha ganado usted una queja a su nombre en el libro de reclamaciones. No cabe duda de que debe tener grandes conocimientos referentes a su oficio, pero unas clases particulares de educación no le vendrían nada mal.

Rubini se echó hacia atrás ofendida. Conozco a ese tipo de mujeres, están acostumbradas a tenerlo todo en bandeja. Yo tengo estudios para ser secretaria, y me quedó bien claro que el trato con los clientes es fundamental para el éxito de un negocio. No debe haber mucha diferencia entre una secretaria y una enfermera, ¿verdad?

Tras dejarla atrás, llevé a Lalita a su pequeño vecindario. Uno de los hijos de Mui-Tsai se hallaba en el jardín regando unas macetas.

—Nisha, perdona por haberte dejado en evidencia delante de la enfermera. Es normal que no me recuerde, ha pasado tanto tiempo... creí que la mataron.
—No es nada, tiíta. Llegaré al fondo de esa mujer, no me ha gustado nada el trato que te ha dado. Te agradezco el haberme entregado las cintas de Sevenese.

Me despedí de la tiíta y conducí hacia el bloque de apartamentos de Ratha. Esa calle me estremecía de lo vacía y sucia que estaba. Al entrar en los apartamentos, me sorprendió ver que no estaba tan sucio como el día anterior. Un majestuoso gato saltó por la ventana de un apartamento y una mujer lo echó a escobazos. El felino me miraba, intimidante, pero se rindió ante mis ojos de Nefertiti; en realidad, yo formaba parte de su manada. Bella me confesó hace poco que podía ver una pequeña tigresa en mis ojos, pero no la entendí del todo. Simples metáforas. Me acerqué al gatito y jugué un poco con él.

Seguí vagando por mi mente hasta que divisé a Kutub bajando a la planta en la que me encontraba. Dejé al gato y le estreché la mano limpia a la hija de Ratha.

—Buenas tardes, viajera. Por algún motivo, te gustaría tener una conversación conmigo. —dijo la sonriente y educada mujer.
—Hola, ¿qué tal? Soy Nisha, la sobrina nieta política de tu madre. Encantada de conocerla, Kutub.
—Oh, venga, Nish, puedes tutearme, que somos familia. Sígueme, te enseñaré ese cuchitril al que llamo hogar.

¿Nish? Pasó del respeto más absoluto a la despreocupada confianza. Aun así, me sentí cómoda. Dejé de tener esa sensación cuando, al llegar a la planta de Kutub, apareció Rosette. Estaba despampanante, con un sari azul celeste precioso, pero no pude evitar pensar que esa mujer destruyó a mi padre. ¿Qué hacía ahí?

Rosette me saludó, pero la ignoré por completo. Entonces lo comprendí todo; la hija de Ratha intentaba tenderme una emboscada para conseguir mantener una conversación con esa pobre mujer. No pude hacerlo, y no por odio, sino porque cuando miro a sus ojos, no puedo evitar recordar las palabras que están guardadas en la cinta que le grabé. Así que salí corriendo. Corrí lo más rápido que pude; ¡a la porra el camino de los sueños! ¡No iba a ver otra vez a la mujer que hundió a mi padre!

Avancé tanto en mi carrera, que cuando paré a descansar, me enteré yo sola de que mi actitud era inmadura, propia de una colegiala. Ama y apa no están aquí, lo importante es terminar 'el camino de los sueños' y reeditar 'Madre del Arroz'. Eso haría que mi madre estuviera orgullosa, y no el poner más peso sobre la conciencia de Rosette, que era consciente de que hizo mal algunas cosas. ¡Además, había dejado el coche en el bloque de apartamentos! Debía regresar.

Al llegar, Rosette no estaba. Ratha acababa de llegar y me echó la bronca por mi reacción.

—¡Nisha! ¡Cómo se te ocurre dejar tirada a la niña! Con la ilusión que le hacía aparecer en tu libro.
—Perdóname, tiíta Ratha, pero la abuela Rani está grave y me he visto obligada a ir a visitarla.
—¡Dios mío! ¡Se ha atrevido a hacerlo! ¡Qué cabeza hueca! Me marcho a Petali Jaya. No seas dura con mi pequeña. —Ratha hizo una breve pausa, y añadió, con media sonrisa —Ah, mona, tu excusa no cuadra. Busca una mejor. Si me disculpas, tengo que irme.

Anduve a la planta de Kutub y pulsé el timbre. "Din, don", pero nadie me recibe. Abrió la puerta a los tres minutos y me invitó a pasar. No sé como describir su apartamento, porque mezclaba la más exquisita elegancia con los olores del incienso quemado de más. No era muy grande, pero parecía ser que ella se conformaba.

Las paredes del pasillo principal, que conectaba todas las habitaciones de la casa, estaban tapizadas de rosa chicle, y el suelo de un amarillo oscuro con algún motivo floral. Los cuartos se dividían por una lámpara bronce en el techo, que se encontraba en medio de todas e iluminaba a la perfección. En la parte derecha encontrábamos cocina y baño; en el izquierdo, su habitación personal y un pequeño despacho. Justo al final se veía una doble puerta que daba a la sala de estar, grande y espaciosa. Pude ver un equipo de música, una mesita de té y tres sofás negros, con mucho estilo y que conjuntaban entre ellos a la perfección. Más de cinco cuadros famosos decoraban la pared gris. El suelo gris estaba bañado de alfombras persas y, para terminar, una mesa alta con cuatro sillas para las comidas. Las lámparas se mantenían de pie y emitían una luz roja intensa pero agradable.

Nos sentamos las dos en uno de los sofás y encendí la grabadora. Kutub dejó fluir las palabras desde su garganta hacia fuera, con esa voz tan frágil y aguda que la caracterizaba.

—Mi vida es más simple que un grano de arroz. De pequeña, me mantuve a la sombra de mi fantástica hermana, niña de los ojos de ama. Cuando nosotras solo éramos unas tristes inquilinas de este edificio y vivíamos en un patético apartamento maloliente, yo quería mucho a mi padre, tanto, que me dolía el corazón de tanto que lo amaba. Jeyan me comprendía, entendía la tristeza que se siente al no ser amado por la persona a la que amas. Porque, verás, mi madre me maltrataba.

»Por el engaño que sufrió, se convirtió en una depredadora sedienta de sangre, y la fealdad que residía en mi interior y el amor que sentía por apa me convirtieron en un caramelo blando para sus fauces.

»Me fue negado el derecho a visitar a la abuela Lakshmi u otros familiares, y mucho menos podía acercarme al hombre que me dio la vida, o de lo contrario, recibiría una paliza. Minah acabó envenenada contra nuestra familia paterna, pero yo no. Siempre me escapaba para estar con mi padre, hasta que cumplí diez años, y poco a poco dejé atrás la mediocridad para convertirme en un bello cisne. Le negué la palabra a mi padre, incluso me burlaba de él. Hice trizas su ya de por sí dañado corazón, pero más le dolió verme crecer. Coqueteé con la espiral oscura que esconde la vida y, a los 16 años, acabé siendo tragada. Jugué con las drogas, el alcóhol e incluso el sexo, algo que no estaba bien visto en esos tiempos y menos en una menor.

»Mi madre ya no era tan cruel, así que hizo lo posible para evitar mi auto-destrucción. Si ella cambió su forma de ser, fue por ese ángel al que llamabais Hoyuelo.

»Ignoré a todos, familia incluida, y seguí el camino de la infelicidad. A los veintipocos conocí a Rosette y me convertí en una "chica dorada", o, si no lo ves claro, en prostituta. Mis curvas esbeltas y mi inagotable belleza me abrieron paso a la riqueza. A los treinta y pocos, conseguí una cantidad de ringgits considerable, así que le cedí a mi madre un buen pedazo de mis ganancias. Compró este bloque y lo reformó. Mis clientes amueblaron este apartamento con obras robadas, y cuando me retiré del negocio hace tres años, sufrieron mucho. Y todo porque mi madre no me dejó ejercer como enfermera, ya que en el pasado se veía como algo impuro e incluso se consideraba pecado lavar las partes íntimas de otros hombres. A más de una mujer en su juventud le pasó eso, yo ahora, con más de cuarenta años, veo ese pasado muy lejano.

»Sé que te interesará, así que lo comento; ni mi madre ni yo queríamos que Rosette hiciera daño a tu familia, pero no pudimos controlarla. Estaremos eternamentes agradecidas con Hoyuelo, por mucho que te estemos devolviendo el favor con estos testimonios que te ofrecemos, pues ella salvó nuestras almas y encaminó nuestras vidas hacia la felicidad. No nos sirve de nada hacer más daño a Rosette, pues ella es consciente de que hundió a la mujer más delicada y buena del planeta, y se arrepiente por ello. Perdónala, Nisha, ella nunca ha escuchado el bambú de su corazón. Creyó escucharla cuando tomaste su versión de la historia, pero, al haberle huido, se dio cuenta de que fueron imaginaciones. Ella eligió un camino incorrecto; yo tuve la suerte de tener a mi familia, que me apoyó para salir de ese mundo, pero Rosette no tiene a nadie. No cojas el camino equivocado, Nisha, el camino del rencor no lleva a ningún lado.

»Mi padre es un espectro que aparece en mis sueños. Sus patéticos ojillos me piden perdón por haber muerto, dejándome sola. Yo le contesto: 'Apa, no fue tuyo el error, sino mío, por no haber visto la belleza que guardaba tu corazón'.

Apagué la grabadora y me marché a casa. Ese día fue muy largo y aun era temprano; no eran más de las 7 y ya necesitaba dormir. La almohada me ayudaría a resolver mis dudas.

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Capítulo 8.2 (Bella)



CAPÍTULO 8 [Segunda parte]
BELLA
"Foto de familia"
[2001]

Nisha me dijo que llegaría poco después de las diez, por lo que partí yo sola. Mi viaje hacia Petali Jaya no pudo ser peor; veía a la muerte en cada curva por la que pasaba con el coche. Por suerte, la abuela Lakshmi sonreía en mi mente y conseguía ahuyentar esas extrañas visiones.

Llegué a Petali Jaya a las siete de la mañana. Lo primero que hice fue ir a mi casa. Me reconfortó ver todo tal y como lo había dejado; hacía días que no pasaba tanto tiempo en casa, y sentí una paz interior inmensa al sentirme en mi hogar. Llamé a Lalita y le pedí las cintas de Sevenese, ya que quería saber lo que mi tío pensaba sobre nosotros y qué decían las cartas astrales de nuestra familia. La tiíta me informó de que Nisha pasaría por allí en breves para recogerlas por sí misma, así que no insistí más. Lo siguiente que hice consistió en coger la grabadora de mi mesita de noche y el ejemplar del libro que Nisha había escrito sobre la familia, 'Madre del Arroz', aun por reeditar para incluir la nueva información que íbamos obteniendo. Amu me llamó y me aconsejó poner tres dientes de ajo y una foto de Ganesha para protegerme de los malos espíritus en la sala de hospital de mi madre. Hice caso a su petición; desde que adquirí este don, siempre pude ver en sus ojos una crisálida; inofensiva, pacífica y maltratada. Mientras iba a por los dientes de ajo, recordé que también tenía la obligación de ir a hablar con Mui-Tsai, así que, entre tanto estrés, no cumplí con mi palabra.

Volví al coche y me dirigí al hospital central de la ciudad. Yo sabía que mi madre no era el ser más bondadoso del mundo, pero, a pesar de sentirla como un regalo envenenado del destino, la respetaba profundamente, e incluso la admiraba por haberme dado la vida.

No está de más comentar que el hospital de Petali Jaya es enorme. Tuve que subir diez plantas para encontrar a las cuidadoras de mamá. La cuidadora que me atendió era una mujer rubia de preciosos ojos azules, pómulos marcados, rostro simétrico, cuerpo esbelto y melena rubia, que le llegaba hasta la cintura. Además, era blanca, de un color pálido. No debía tener muchos más años que yo, pero la vi más joven y, además, con un tremendo parecido a alguien de la familia. Vestía ropas atrevidamente caras, por lo que me intimidó un poco. Seguramente estaba en el descanso, pues las enfermeras tienen una vestimenta indicada, o eso me pareció ver en el resto de plantas. Se acercó a mí, que esperaba en el banco que había al lado de la habitación de mi madre.

—¿Es usted familia de Rani Lakshmnam? —tras eso, me analizó de arriba a abajo. Una mueca desaprobadora se dibujó en su casa.
—Soy su hija. —tras un breve pero incómodo silencio, añadí: —¿Puedo verla?
—Como quiera. Luego la informaré sobre el estado de su madre, pero le advierto de que deberían ir preparándose para lo peor.

En su plaquita de enfermera se podía leer 'Srta. Rubini Minesotte'. Yo había escuchado ese nombre hace poco, pero estaba ocupada pensando en el estado de mi madre y no le dí muchas vueltas.

Entrar en la habitación me impactó: mi madre, de 69 años, fuerte como una roca, se encontraba en la cama cual vegetal. La habitación era bastante grande: la pared estaba recubierta de verde pistacho mientras que el suelo, de baldosas naranjas y blancas, conjuntaban perfectamente con ella. Dos preciosos sofás color crema se encontraban a la derecha de mi dolorida madre. En el lado izquierdo, un sillón y una mesita de noche con un mantel de la luna. Había varios cajones en la mesita, pero no me aventuré a abrirlos. Había un cuarto de baño cerca de la puerta principal, y una tele de cuarenta pulgadas colgaba de la pared frontal a la cama. Una terraza enorme con asombrosas vistas daba el broche de oro a esa habitación. En ese momento, me convencí de que mis ahorros no fueron malgastados para nada.

Embobada por la belleza del lugar olvidé que mi madre se encontraba en estado grave. Inicié una carrera hacia la cama y lloré. Oí al demonio en mi cerebro: «Bella, ¿qué haces llorando por la mujer que maltrató a tu hermana y te deseó la peor de las infelicidades?»

Hice caso omiso y pude ver que mi madre tenía brazos y piernas escayolados. Una máquina le suministraba el oxígeno y la sangre que necesitaba. La mujer que antaño lucía descomunales vestidos rojos que deslumbraban y dejaba volar en el aire sus negros cabellos se encontraba medio lisiada en una cama. ¡Pobre madre! ¿Qué demonios le había ocurrido? Comencé a gritar; perdí el control, tal y como pasó cuando vi a mi padre morir.

—¡QUE ALGUIEN ME DIGA QUÉ HA OCURRIDO! —le grité a nadie en específico.

La enfermera Rubini entró en la habitación al escuchar los chillidos, con expresión de horror. Le acompañaban Lalita y Nisha. La segunda llevaba un saco con cintas en su interior. Lalita depositó rosas y una pequeña figurita de la diosa Lakshmi a los pies de mi madre. Rezó unas cuantas veces por su alma, como si hubiera muerto. Abracé a ambas en un extraño impluso; mi madre afectaba a mi humor de una forma que no llegué a pensar nunca. No imaginaba la vida sin ella. La enfermera abrió una libretita y comenzó a hablar:

—Coma profundo. La encontró esta madrugada un becario de doctor en los exteriores del centro, tendida en el suelo, inconsciente y desangrándose. Por suerte, actuó rápido, justo en el momento en que escuchó un ruido. Sabiendo que se encontraba en una tercera planta y que nuestros jardines son abundantes en vegetación no debería suponer un problema grave, pero a su edad, sus huesos tardarán en recuperarse o no lo harán jamás. Se trata, sin duda, de un intento de suicidio.

No acabé de asimilarlo; mi madre había intentado suicidarse por mi culpa, porque fui una hija horrible que falló a la tradición. La hija soltera debe cuidar a la viuda hasta el resto de sus días. La tiíta Lalita cuidó de la abuela hasta que murió. Pero algo no cuadraba en la historia...

—¿Qué servicio se le ha ofrecido a mi madre?
—El mejor posible— contestó la taimada enfermera en cuestión de segundos.
—¡Pero cómo se atreve! ¡¿Y por qué iba ella a cometer ese pecado si tan bien cuidada está?! ¿Y las cámaras de seguridad? ¿Dónde demonios están? ¡Exijo evidencias de lo que ha dicho!
—Tranquilícese. No tengo acceso a ellas, pero haré lo que esté en mi mano por ayudar a su madre. Esta mujer intentó inyectarse una jeringuilla en una ocasión. Siempre gritaba: «¡Qué desgracia ha caído sobre mí ¡La mariposa de la pena ha destrozado mi vida! ¿¡Ofrezco toda la bondad posible a mi familia, y qué recibo a cambio!? ¡Una hija infiel a los dioses, otra que se atreve a internarme en un manicomio para seniles, un criminal disfrazado de hijo, un inútil de marido muerto adicto al mah-jong, una nieta que exige que me den comida precocinada y una cuñada que no me dirige la palabra! ¡Por no hablar de esa zorra de Ratha, que me llamó ayer para reírse de mi desgracia! ¡Matadme, no quiero vivir así!»

Le di las gracias a la enfermera y se fue. Veía un águila en su ojo, así que me hice la promesa de conocerla para saber el motivo de esa representación animal. Nisha se acercó a mi madre y dijo:

—Abuela Rani, sé que has sido cruel con estas dos mujeres, y también lo fuiste con mi madre, con la bisabuela, con el abuelo Lakshmnam y con toda la familia, pero prometo que, si sales de esta, os acogeré a Bella y a ti en mi casa, la tiíta Lalita perdonará todo el mal que has causado a esta familia, y así podrás dejar nacer a esa buena persona que, seguro, guardas en tu interior.

Por primera vez en toda la mañana, Lalita habló.

—¿Qué ha dicho de Ratha? ¿Ratha llamó a Rani? Por cierto, esa enfermera se parece a alguien que no veo desde hace muchísimos años...

¡No había caído en ese dato! Y ya éramos dos personas que conocían de algo a Rubini.

—Tendré unas palabras con Ratha  —añadió Nisha.

Tras un rato en el que conversamos sobre política, televisión, cine, música, anécdotas familiares y otros temas aleatorios, llegó la hora de la despedida.

—Bella, debemos irnos. Tengo una cita con Kutub, la hija menor de Ratha, y no puedo fallarle; conoce información sobre Nash y su familia. Además, Lalita está cansada y quiere que la lleve a su vecindario. ¿Qué te parece si nos vemos mañana?
—Le haré compañía a mi madre. Id en paz.

Por fin me quedé sola y pude dar comienzo a mi investigación. Estaba segura de que mi madre no había intentado suicidarse. Empecé revisando los cajones de la habitación, y luego, más tarde, bajaría a su cuarto en la tercera planta, la que sería la escena del crimen. Tenía toda mi investigación bajo control.

Al abrir el cajón encontré algo interesante; una foto familiar. Recordé esa foto; fue uno de los pocos momentos en los que fuimos felices. Papá recibió un gran aporte económico por sus negocios y mamá no se lo gastó en caprichos. Mis padres, Hoyuelo y Nash están sentados. Rani estaba guapísima, con un peinado digno de una estrella y un vestido de reina. Lakshmnam lucía tan apuesto como siempre, con su encantadora sonrisa. Recordé cuanto le echaba de menos. Un pequeño Nash de 8 años sonreía pícaramente mientras sacaba los cuernos por encima de la cabeza de Hoyuelo. Hoyuelo iba vestida con su vestido verde, el mismo que el abuelo Ayah guardó para una posible hija de Mohini y decidió entregarle a su nieta favorito. También echo de menos a Hoyuelo y ese resplandor que emitía con su presencia. Entonces Hoyuelo debía tener 7 años y ya era toda una belleza hindú. Para terminar, una pequeña yo, de 5 años, se sentaba en las rodillas de Hoyuelo. Yo no fui ninguna belleza en mi infancia. Mis grasientos rizos y mi regordete cuerpo me acomplejaban, pero Hoyuelo siempre estaba dispuesta a animarme con sus buenas palabras. Parecía ser que, después de todo, mamá nos quiso mucho a todos.

Mientra yo recordaba viejos tiempos, la puerta se abrió lentamente, y alguien entró a través de ella.

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Extra II (Sevenese) + Cap 8.1 (Bella)

¡Hola! Soy Laura, la co-escritora del blog. Hasta este momento, el blog ha sido dirigido por Javi, pero como está algo liado, me ha pedido que suba yo los siguientes capítulos. Antes la que estaba liada era yo, pero ahora tengo más tiempo libre y puedo dedicarme al blog. Puede parecer que no, pero la historia la escribimos entre los dos, aunque sea Javi el que se encarga de la promoción. Como son ambos muy cortos, los subimos a la vez. La segunda parte del capítulo 8 será más larga. ¡Espero que los disfrutéis!

Extra II
SEVENESE
"Cartas astrales"
[1983]

Hoyuelo, tengo el deber ahora que llega el fin de mis días de hacerte la única dueña y poseedora de las cartas astrales de nuestra familia. Ahora, sus deseos e ilusiones están en tus manos, y me gustaría que fueras testigo de ver como se hacen realidad. Son las siguientes:

Anna: Serpiente en el nido maternal. Descendencia robada. Felicidad en la casa de la adversidad. Ángel en el lecho matrimonial.

Jeyan: Diosa maliciosa tira abajo la casa del matrimonio. Desgracias en el nido paternal. Divorcio. Tristeza.

Lakshmnam: Infelicidad. Desgracia. Pérdidas. Vacío en la habitación de la amistad. Tristeza. Dolor.

Lalita: Bondad en el círculo del fracaso. Compromiso destruido. Pérdidas continuas. Incendio en la habitación familiar. Supervivencia.

Nisha: Mirada de la egipcia Nefertiti. Llave del éxito. Candado. Adoración familiar. Continuidad del legado. ¿_?

Hay cierto borrón en los datos astrales de Nisha; eso quiere decir que depende de ella conseguir esa parte o no. También me gustaría que pusieras de tu lado para poder guiarla en su camino. Aun es pequeña, y la vida será dura con ella.

Luke: Serpiente disfrazada en humano. Arrepentimiento en las cenizas de la maldad. Violación. Divorcio. Lavado de la esperanza familiar. Miel en la boca del oso. Oso muerto.

También te adjudico la carta astral más impactante. El resto de cartas astrales pídeselas a Lalita, ella tiene mucha más información al respecto.

Bella: Indiferencia en la habitación familiar. Cigüeña acechando el alimento. Don de los dioses. Sensibilidad extrasensorial. Ida y vuelta del Más Allá.

Ya conoces tu carta astral, Hoyuelo, pero debes ahuyentar a la serpiente de tu corazón. Sé feliz, Hoyuelo, quiero echar la vista abajo desde el reino de los cielos, verte sonreír y que puedas vivir.

Hasta siempre, querida. Eres una pequeña pantera; sé dura con la serpiente.

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CAPÍTULO 8 [Primera parte]
BELLA
"La muerte"
[2001]


A las cinco de la madrugada me vestí con prisas para salir cuanto antes hacia el hospital de Petali Jaya. Fueron las voces de los dioses, entre susurros, las que me obligaron a acudir a ver a mamá para que no ocurriera nada peor. Pero, antes de contaros lo que pasó en el hosital, os comentaré lo que vi antes de que la llamada me despidiera de mi sueño. Esa noche soñé con la Muerte; era un hombre realmente atractivo, de cabellos negros, facciones marcadas, atuendo de luto, músculos definidos, y labios tentadores. De repente, cobré lucidez en mi sueño y pude controlarlo a mi parecer. Me acerqué a la muerte y vi como era realmente: un ser horrible, el mismo que intentó engañar a Hoyuelo con el opio. La Muerte puso su dedo en mi labio inferior, y un acto reflejo me hizo abofetearle. No temo a la Parca, pues las personas a las que se lleva siempre acuden a mí. Ese monstruo abrió la boca, mostrando su dentadura perfecta. Detrás de él apareció una niñita de cabellos rubios y rizados, con un vestidito celeste, extremadamente hermosa y con la cabeza del abuelo Ayah colgando en su mano izquierda.

—Bella, querida, tu madre acude a mi llamada. Sabes que tarde o temprano la gente viene hacia mí. No intentes frenar mis deseos, o mis labios rozarán los tuyos, y serás la siguiente. Eres una fuerza superior, ¿por qué no te unes al mal? Serías una gran herramienta a utilizar. Tu apoyo nos sería de gran ayuda.

—¡Gilipollas! ¡No te tengo miedo! ¡Ven a mí si te atreves, pero como poses un solo dedo sobre mi madre, no volverás a ese infierno en el que vives!

La Muerte se acercó a mí. Eché la vista hacia atrás y vi a mi madre en una jaula; se encontraba atrapada. Cuando esa cruel fuerza posó su mano en mis cabellos, apareció la abuela Lakshmi en esa especie de debate entre el bien y el mal sin ninguna ubicación concreta. Lakshmi se levantó de su trono de Madre del Arroz y, sosteniendo los sueños de toda la familia en su mano izquierda, ahuyentó a la Muerte y a su pequeña hija con solo balancearla un poco. La abuela se acercó y me dijo:

—Nieta mía, a pesar de no haber mantenido una estrecha relación contigo, nunca dudes que te quise en vida. Cuido de tus sueños y de los de Nisha; si seguís el camino adecuado, triunfaréis. Recuerda: tu corazón es un bambú. Mímalo y escucharás su canción. Confío en vosotras, sé que lo conseguiréis.

La abuela miró a mi madre, inconsciente en la jaula, y dijo:

—No ha tenido una vida fácil. Fueron las circunstancias las que la condujeron a ser cruel. Estás a tiempo de salvar su vida. Te daré un aviso; no te encadenes a ningún hombre cruel que pueda volver gris a tu corazón, tal y como Luke consiguió hacer con el de la pobre Hoyuelo. Dile a Nisha que estamos orgullosas de ella y la queremos. Si quieres comunicarte conmigo ...solo [...] ... [...]

En ese momento desperté sin haber escuchado lo que intentaba decirme la abuela. Me quedé con ganas de responderle. El sueño no mentía; mamá corría peligro, y así me lo confirmó una enfermera. De alguna manera conseguí los poderes del tío Sevenese, y pienso aprovechar mi don para hacer el bien.

Tras recordar todos los sucesos de esa movida noche, me dirigí a mi destino.

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